martes, 22 de mayo de 2012

Necesidades relativas



Como han cambiado las cosas. A veces hablo con mis padres de cómo era su infancia, de cómo era la infancia de mis abuelos. Incluso con amigos y conocidos ha surgido esta conversación. Pienso en aquellos años y no reconozco a la sociedad de hoy en día. 

Antes, los niños y niñas, no necesitaban mas que una calle vacía de coches y vecinos para jugar. Las madres y abuelas se quedaban en las aceras, tomando el aire y observando a los pequeños. No hacia falta nada mas para pasar una feliz tarde de domingo. 

Ahora parece que necesitemos de todo. Ya no sabemos salir sin llamar al móvil primero, o sin conectarnos a las redes sociales. Y claro, una vez salimos, necesitamos una vez mas el móvil por si ocurre algo, y si salimos, seguro que algo consumimos, aunque sea un refresco. De repente el ocio, (qué digo el ocio, la vida entera) se ha vuelto del todo consumista. 

Y yo me pregunto, ¿realmente necesitamos todo lo que tenemos? En muchas ocasiones, cuando hablamos, por ejemplo, del móvil, lo tratamos como un objeto imprescindible en nuestras vidas. Argumentamos que es un aparato que nos permite estar comunicados en todo momento, por si a algún familiar le ha ocurrido algo o surge cualquier emergencia. Pero claro, las emergencias han existido siempre, ¿por qué antes no se veía como una necesidad y ahora si? ¿Si antes las personas nos apañábamos sin un móvil, por qué ya no? 

Las redes sociales. A todas horas podemos estar hablando con los amigos. Hace un par de días vi en una red social (si, yo también las uso bastante, lo reconozco) un pequeño fragmento de una historia protagonizada por el Principito. Hablaba con un chico conectado a Internet. La conversación debatía sobre la necesidad de estar todo el tiempo conectado hablando con amigos. La paradoja y a la vez moraleja del cuento era que, al mismo tiempo que estábamos hablando a todas horas con nuestros amigos por las redes sociales, estábamos perdiendo el contacto con ellos. Esas largas tardes en la calle hablando de cualquier cosa se han sustituido por una pantalla. 

Una de las partes mas importantes de la comunicación es el lenguaje no verbal. Lo estamos perdiendo a la carrera. Si hablo a través de palabras escritas, se pierde toda la magia de reconocer lo que se está sintiendo con cada palabra. Disculparse y ver arrepentimiento en los ojos de la otra persona, declarar el amor escondido observando la vergüenza de esa persona tan especial, o simplemente mantener un debate sin acabar reñidos por unas frases malinterpretadas. Estamos acabando con esos momentos. Además del retroceso que supone a nivel personal, ya que si solo tengo que limitarme a escribir, no tengo que plantearme el acabar con mis miedos o temores a la hora de comunicarme con los demás. 

Ahora vivimos con móvil, ordenadores, coches,... ¿Todo eso realmente nos hace falta? Si un día se vivió sin ello, ¿ahora no se podría? Y otra duda que me surge, ¿tener todo esto en nuestras vidas supone un paso adelante, o hacia atrás? 

Tenemos que tener un detalle en cuenta. Una vez se tiene algo, ha de mantenerse. Ya no solo hay que contar con el dinero que me va a costar comprarme un coche, sino que además, luego tendré que pagar gasolina, el seguro, posibles reparaciones... El gasto no acaba en el momento de la compra, luego se pierde una enorme cantidad de dinero en el mantenimiento. 

Hemos encarecido enormemente la vida. Y no sé hasta que punto vale la pena. En mi humilde opinión, en el momento que comenzó la crisis, empezamos a plantearnos qué era aquello que realmente necesitábamos para subsistir. Al carecer de dinero para pagarlo, había que recortar gastos, apretarse el cinturón. Vamos eliminando poco a poco todo aquello de lo que podemos prescindir. 

Es evidente que la situación se nos ha ido totalmente de las manos. Existen una serie de derechos humanos reflejados en una Declaración Universal. Hay cosas que no se deben tocar de ninguna de las maneras. Pero creo que, en nuestras conciencias, no estaría mal vivir siempre con una pizca de crisis. Me refiero, a tener la idea clara de qué es aquello que realmente necesitamos. Y todo lo demás, sobra. Podemos permitirnos de vez en cuando algún capricho, pero no vivirlo como algo cotidiano. Además, cuando algo se obtiene fácil, deja de tener valor. 

Y tenemos que tener mucho cuidado con otra cuestión. Cuando tratamos con otras culturas, con otras civilizaciones, lo hacemos desde nuestro punto de vista. Intentamos que ese nuevo mundo recién descubierto, sea igual que el nuestro. Sin plantearnos si realmente es necesario, sin plantearnos las consecuencias de todo ello. Sin plantearnos si nosotros somos los primeros en no necesitar una determinada cosa. Copiar y pegar. 

Nuestra sociedad necesita entrar en crisis. Pero no una crisis económica, que nos deja sin techo y sin alimento. Necesitamos una crisis de conciencia. Vivir de otra manera. Una vida en la cual se disfrute convirtiendo cuatro paredes en una hogar, alimentándonos sano pero equilibradamente y sin excesos, donde disfrutemos de un largo paseo sin necesidad de utilizar el coche para todo, y donde las relaciones humanas mas ricas crezcan con el trato cara a cara, oyendo la voz, reconociendo las palabras, pero también las miradas y los gestos. Necesitamos volver a sentarnos con nuestros seres queridos y convertir un atardecer en la mejor de las tardes. Nada más. 

Recapacitemos. Busquemos la verdadera calidad de vida. No imitemos aquellos que los medios de comunicación nos venden, no busquemos el sueño americano, con vestidos de $400, grandes casas o el mejor de los coches. Todo es capitalismo puro y duro, la buena vida no tiene nada que ver. Aunque salgamos de esta algún día y logremos volver a aquellos tiempos en los que nos podíamos permitir algún que otro pequeño lujo, vamos a intentar no caer en la trampa. Valora lo que tienes o lucha por lo que necesitas. Nada más. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario