martes, 1 de mayo de 2012

Discrimíname, que lo necesito

Sé que puede resultar una entrada con alguna que otra crítica, pero aún así voy a escribirla. Hoy toca hablar de discriminación. Pero no de la negativa, sino de la positiva. De esa que se implanta por nuestro bien. Y es que yo tengo mis dudas sobre la eficacia del invento, y eso que me beneficio de ello. Voy a exponer los pros y contras que le veo a este tema. 

En este maravilloso año 2012, del siglo XXI, en el que vivimos, la sociedad aún no sabe tratar a todos por igual. Quizá esto sea muy subjetivo, ya que según el punto de vista, parece que el mundo ha avanzado mas o menos. Pero para muchos, aún queda mucho trabajo por hacer. 

Cierto es que se han conseguido muchas cosas por derecho. Pero solo hasta ahí. Las declaraciones de buenas intenciones se multiplican, sobre el papel se escriben cada vez mas leyes, mas medidas, mas recursos, mas de todo para la gente. Pero luego sales a la calle, ¿y qué? 

Por ejemplo, la población con diversidad funcional. Todos sentimos que es un colectivo muy respetado, que goza ya de igualdad de oportunidades. Cada vez hay mas leyes que indican como eliminar barreras arquitectónicas, se deja que opten a puestos en la universidad o que haya un porcentaje en las empresas de trabajadores con discapacidad. Pero realmente, como llevamos a cada cualquier medida para beneficiar a las personas discapacitadas, ¿se hace porque consideramos que se lo merecen igual que cualquiera, o porque hay una ley que obliga a hacer tal o cual cosa? 

Si de verdad hubiéramos interiorizado el respeto hacia este grupo de personas, aparcar sobre una rampa o en una plaza de aparcamiento para discapacitados nos parecería un acto totalmente en contra del civismo. Pero no nos lo parece. Se aparca "un momentito" sin pensar en nada mas. 

La realidad es que, a día de hoy, me ven en una silla y no me contratan. La verdad es que voy por la calle, y hay rampas que solo puedo bajar si me ayudan. No soy como las demás personas. 

Otro ejemplo. Las parejas homosexuales. Aprobamos el matrimonio homosexual, perfecto, maravilloso. ¿Y? Luego dos chicos o dos chicas se besan en la calle y todos nos quedamos mirando. No los tratamos igual que al resto. No solemos fijarnos en un chico y una chica que se besan, nos parece natural y normal. Pero si son ellos o ellas, la cosa cambia. 

Se han conseguido muchas cosas por derecho, pero no por hecho. Está la teoría, pero aun no hemos llegado a la práctica. Y mientras lo primero no vaya unido a lo segundo, la discriminación positiva sigue siendo necesaria. Si la sociedad no vive en igualdad, la igualdad debe imponerse, porque hubo un día en el que se reconoció que todos somos iguales en derecho y dignidad. 

Pero tiene su parte negativa. No puedo evitar pensar que, pese a que soy diplomada y pronto seré graduada, pese a que voy a comenzar un máster, pese a todo, cuando llegue a una empresa, lo único que verán será la silla. Si la empresa de turno quiere obtener las ventajas que le corresponden por cumplir con el porcentaje de trabajadores con discapacidad, buscarán precisamente eso, que tenga discapacidad. No sé si se pararán a mirar mi curriculum. Temo que solo me vean sobre dos ruedas. 

No puedo evitar plantearme el hecho de que, mientras que por un lado estamos fomentando un trato mas igual, lo hacemos destacando lo que nos hace diferentes. Soy distinta a ti porque voy en silla de ruedas, y precisamente porque voy en silla de ruedas saco ventaja en situaciones en las cuales tu te quedas por detrás. 

Además, hay veces que me ayudan en aspectos que no acabo de entender. No voy a decir que en la tesitura económica en la que nos encontramos todos, viva en un estado de economía abundante. Pero ser cojo no significa ser pobre. Hay cosas que si me puedo pagar. O por ejemplo, entrar en la universidad con solo un aprobado justo. Mi discapacidad no me impide llegar al nivel del resto, ¿de verdad necesito esta ayuda? 

Creo que falta hilar mas fino. Darle a la gente lo que de verdad necesita. Y si no lo necesita, creo que el esfuerzo no ha matado a nadie, si hay que trabajar mas, se trabaja. Yo necesito que me eliminen las barreras arquitectónicas que existan, necesito permitirme una silla de ruedas que se ajuste a mis necesidades, necesito poder acceder a una vivienda adaptada. De lo demás, ya me encargo yo. 

Temo que ofrecer determinadas ayudas, hasta cierto punto, poco útiles para algunos, se convierta en una cortina de humo que nos impida ver con claridad lo que necesitamos por otro lado. Parece que, al recibir algo, nos conformemos con ello, sin pensar que hay algo mas que necesitamos y que nos se nos está ofreciendo. 

Hay algo que también me preocupa, y que no corre a cargo de políticos ni demás peces gordos. Hablo del otro lado de la barrera, de las personas ayudadas. Del colectivo que se os pueda ocurrir. 

Da la sensación de que empezamos a apreciar poco lo que tenemos. Lo damos por algo natural, por algo caído del cielo. Las ayudas se ven como algo ofrecido por derecho, como si no hubiera costado nada conseguirlo. 

Es como si cada recurso que cae en nuestras manos fuera un río que se nos lleva lentamente hacia el mar deseado. Paz y calma nos envuelven cuando vemos que la meta llega fácil cuando nos ayudan a alcanzarla. A veces, incluso, nos relajamos tanto, que parece que nos valoremos ni siquiera nuestras capacidades. No pensamos que, aunque sea difícil, podemos alcanzar solos la meta, o que la podemos alcanzar con mejores resultados con nuestro propio esfuerzo. Si llegamos igual, para que esforzarse... 

Igual lo que digo despierta las discrepancias de muchos y muchas, y lo entenderé perfectamente, pero me siento mejor conmigo misma cuando consigo mis objetivos por mi misma, no porque nadie me ayude. Si me ayudan, que sea lo justo y necesario, que yo puedo hacer lo demás, estoy capacitada para conseguirlo. Incluso me parece mas digno. No quiero que me traten como si no fuera capaz, al contrario, quiero ser igual de capaz que el resto del mundo. 

Necesitamos disciminación positiva, porque el mundo nos sigue discriminando negativamente. Pero hasta cierto punto. Yo no podré andar, o no entenderé tu idioma, o habré pasado un tiempo en un centro de desintoxicación o me habré separado de un marido que me pegaba. Pero si he podido aceptarme, si he podido seguir adelante, puedo hacer mucho mas. Necesitaré tu ayuda, pero no me trates como si fueras imprescindible para mi. Porque detrás de esta silla de ruedas, de esta voz que aunque habla aún no acaba de entenderse, detrás de estos brazos o este rostro aún con marcas de mi pasado, hay un fuerte ser humano buscando dignidad. Y la dignidad, a veces, es hermana de la lucha y la independencia. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario