martes, 29 de mayo de 2012

Me quiere, no me quiere...




La margarita, ese gran instrumento científico que sabe decirnos con total exactitud si la persona a la que amamos nos corresponde o no. Y es que lanzarse al vacío del amor no es una decisión fácil. O te tiras a la piscina y compruebas mas tarde si está llena o vacía, o pronunciar una declaración puede ser harto difícil. 

Tenemos miedo al rechazo. Que nos digan que no es como si nuestra alma se volviera de cristal y se nos rompe en pedacitos, que se quedan incrustados en nuestro interior y nos van haciendo pequeños cortes, nos escuece días después, aunque pasado el tiempo, las heridas se curan. 

Aunque he sido y sigo siendo de esas personas que toma las decisiones después de meditarlas largo y tendido, hasta cierto punto considero que no hay que tenerle miedo al amor. Al fin y al cabo, lo máximo que nos puede ocurrir es que nos quedemos como al principio. 

Puede que peque de optimista, pero creo que el amor, el declararse, mostrar los sentimientos, no conlleva nunca una consecuencia negativa. Incluso cuando la respuesta es "no", salimos ganando. Creo que la vida es muy sabia, sabe qué personas deben aparecer en nuestra vida y con qué misión, y si no aparecen, es que no nos vale la pena contar con ellas. 

Evidentemente, que te digan que no te corresponden es algo que duele y mucho. Pero bueno, el tiempo todo lo cura. Si esa persona no nos ama, seguro que, en un futuro mas o menos cercano o lejano, aparece alguien que si nos corresponde. Además, es que creo que se sale ganando. Realmente, ¿nos sirve de algo tener junto a nosotros a alguien que no nos quiere ni valora? 

Y en el caso de que acepte y se llegue a tener una relación, puede que ésta tenga un fin. Pasa mas de lo mismo. Cuando uno intima, conoce partes de la persona que hasta el momento no habían salido a la luz. Empiezan a surgir los defectos, muchos de ellos incompatibles con nuestra personalidad. Y acabas dándote cuenta de que esa persona no era lo que pensabas y esperabas. Una vez más, si esa persona no te hace feliz ni te aporta nada, ¿para qué tenerla a tu lado? 

A veces el miedo se basa en la posible pérdida de una amistad. Pero esto es algo que no he entendido muy bien nunca. Para empezar, decir "me gustas" o "te quiero" es algo bueno, ojalá todos/as tuviéramos siempre a una persona al lado que nos lo dijera (sea pareja u otra persona). Me pongo en el lugar de la persona a la que se declaran. Si a mi me dicen algo así, lo que menos se me ocurre es alejarme. Es más, me sentiría de lo mas halagada. Y si me coloco en el otro lado de la barrera, vuelvo a lo mismo de antes. No me sirve de nada una persona que se aleja de mi después de decirle las palabras mas bonitas que se pueden oír. 

Encima es que la gente se vuelve paranoica. Parece que, si le gustamos a una persona, a partir de ese momento se va a dedicar a perseguirnos cual acosador enfermizo. Un no es un no, punto. Si eso queda claro, no tiene porque ser tan complicado continuar como buenos amigos. 

Aunque esto suene a disco rayado, las personas somos perfectamente imperfectas. Aunque el amor sea puro sentimiento, aunque el único que parezca tener el mando es el corazón, no hay que perder el norte, hay que vivir el amor pero de forma racional. Cuando nos enamoramos, lo hacemos de una imagen que pensamos que es la persona amada. Pero no es real en muchos casos. La fase de enamoramiento es la fase de mayor ceguera en una relación. Cuando termina esta fase es cuando realmente se puede decir que estas enamorado/a. Comienzas a descubrir como es realmente esa persona, es en ese punto y no antes cuando debes replantearte qué te aporta. Y si no te aporta nada, por mucho que te duela, adiós, muy buenas. 

Cuando decimos "te quiero", aunque lo hagamos para ofrecer a otra persona algo tan hermoso como es todo nuestro amor, debemos hacerlo por nosotros/as mismos/as. Independientemente de que salga bien o mal, al menos hemos ofrecido todo lo que nuestro corazón escondía. Hemos liberado nuestros sentimientos, hemos hecho lo que nos correspondía hacer. Lo demás queda en manos de otros/as. 

En un mundo tan violento, hay que decir mas veces "te quiero". Aunque solo amemos nosotros/as, aunque la respuesta sea la menos esperada. Incluso aunque duela, hay que decirlo. Yo, desde luego, estoy dispuesta a hacerlo. Me llevaré mas de una decepción, pero lo haré igualmente. Al fin y al cabo, quien no arriesga, no gana, y saber encajar las derrotas también es vencer. 

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