martes, 13 de marzo de 2012

Revolución limitada

El mundo se vuelve loco y la gente responde a ello. Día tras día nos encontramos con ejemplos que nos dejan mas que claro que el mundo cada vez es menos ético, mas injusto y un lugar mas duro en el que intentar sobrevivir. Pero la gente no se queda de brazos cruzados, cada persona, según sus convicciones, actúa para tratar de frenar las devastadoras consecuencias de, en la mayoría de los casos, la actividad humana de cuatro peces gordos que tan solo pretenden enriquecerse aun mas. ¿Pero hasta que punto podemos actuar? 

Como todos y todas sabemos, debido a la gran corrupción en la esfera de la política, al mal gobierno y al bipartidismo en el que estamos cayendo, se crearon diferentes grupos de reivindicación de un sistema realmente democrático que contara con la opinión del pueblo, claramente indignado. Estos grupos han utilizado todo tipo de medios para expandirse y conseguir que otras personas se unan. 

Por ejemplo, las redes sociales. Entres cuando entres a determinadas redes sociales, siempre hay alguna viñeta, algún texto, reivindicando un sistema mas justo. Pero es curioso. Las redes sociales se crearon por personas que, hoy por hoy, nadan en el mar de la abundancia. Y rara vez utilizan su dinero para buenas causas que ayuden a la población cada vez mas desfavorecida. Además, configuran esas redes para salir ganando ellos, independientemente de que se ponga en juego, por ejemplo, nuestra privacidad. Por un lado luchamos por una causa mas que justa, pero por otro estamos alimentando algo que no lo es tanto. 

Otros medios en los cuales se expanden ideas pueden ser los de comunicación. La televisión. Nos quejamos de la programación, que cada vez es peor, que cada vez hay mas basura y menos cultura. ¿Pero quien ha dejado de ver la televisión? Creo que nadie puede responder afirmativamente a esta pregunta, por mucho que se enfade cuando ve que, ponga el canal que ponga, solo sale tertulianos sacados de la manga de ves a saber quien que solo conocen el grito como forma de expresión. 

Enlazando con esto, hablemos del móvil. Ya no como medio para comunicar ideas. Hablemos de salud. Creo que todos y todas hemos oído las típicas noticias sobre los peligros de las ondas de muchos aparatos que usamos hoy en día. Se ha dicho muchas veces que pueden causar enfermedades tales como el cáncer. Que si te lo tienes que poner aquí, porque si te lo pones allá es malo. Eso, por no no hablar de los índices de adicción al móvil u otras máquinas. Cada vez pasamos mas tiempo delante de pantallas, todas ellas mensajeras de ondas que, según se dice, perjudican a la larga la salud. ¿Quien es capaz de vivir sin móvil hoy en día? ¿Y sin televisión? ¿Sin ordenador? Es mas, ¿cuanta gente hay realmente interesada en saber como afectan estos aparatos a nuestra salud? Una pequeña minoría, sin duda.

Siguiendo con la salud. ¿Qué comemos hoy? Todo engorda, a todo le añaden productos químicos que apenas nos aporta nada nutricionalmente hablando. Por no hablar de todos esos componentes que no los conoce nadie, que se usan para mantener mejor esa comida, independientemente de nuestra salud. A las pobres hortalizas de la huerta me las llevan fritas con tanta modificación genética y con tanto producto para que no se lo coman los bichos. Que, por cierto, esa es otra cuestión. Buscamos modificar verduras para que sean mas grandes y mas hermosas, pudiendo alimentar a mas población, y luego la mitad acaba en la basura. 

Otro tema que tal. La pobre gente pobre. Creo que a nadie le parece justo que haya gente muriendo de hambre, pasándolo francamente mal, ya no en el Tercer Mundo, sino en nuestro propio país, para salir adelante y sacar adelante a la familia. ¿Realmente hacemos todo lo que podemos por ayudarles? ¿O se nos olvidan los problemas en cuanto desaparece ese señor de las noticias que nos recuerda como anda el panorama? 

Salgamos a la calle, a despejarnos de tanta inquietud. ¡La calle, que peligro! Contaminación pura y dura. Aquello de respirar aire fresco va a acabar en el olvido. Aunque la gente cada vez se preocupe mas por el medio ambiente, seguimos siendo la mayoría los que tenemos coche. Y aunque utilicemos el transporte público, éste también contamina. Y aunque no sean medios de transporte los que contaminen. Todos utilizamos en nuestro día a día objetos creados en fábricas que perjudican al medio ambiente. 

Esto es un caos. Queremos cambiar el mundo. Pero, ¿hasta que punto podemos hacerlo? Si eliminamos de Internet todo aquellos que permite lucrarse a unos pocos, si quitamos todos aquellos aparatos que nos perjudican la salud, si dejamos de comer aquello que nos puede dañar, si eliminamos aquello que consideramos basura y que nos miente descaradamente, si solo vamos allá donde el medio ambiente es respetado...¿que nos queda? Es triste plantearse esta pregunta, pero la realidad es esta. Hemos hecho que el mundo sea un lugar inhabitable, pero si lo convertimos en un lugar habitable, dejamos de saber vivir. 

De todas formas, ¿hasta donde nos importa el bienestar del ser humano, la fauna y la flora? Quizá nos importe mientras haya una vocecilla que nos recuerde que las cosas no van nada bien. Luego hay una segundo vocecilla, nuestra conciencia, que nos dura unos segundos y que nos recuerda lo que nos ha dicho la primera voz, que por cierto, solo era la radio o la televisión (esa que nos miente tanto, así que quizá el número de niños que mueren por el hambre en África no es tan alto, quien se fía hoy en día) y que nos hace sentir mal un rato. Pero solo un rato, luego, a seguir viviendo. 

¿Existe la verdadera revolución? ¿Podemos decir basta realmente? Mejor dicho ¿queremos decir basta? Si nos alzáramos contra un mundo cada vez mas tirano, mas cruel, mas horrible ¿ sabríamos vivir? 

Creo que lo peor de todo, mas allá de las enfermedades, de la contaminación, de los lavados de cerebro, es que este mundo nos ha hecho dependientes y esclavos. Nos hemos acomodados peligrosamente. Y ya no sabemos vivir de otra manera. No nos apetece vivir de diferente forma. Es mas fácil encender la tele, engullir sin mirar el plato, salir a la calle, todo ello, sin pensar, sin plantearse alternativas. Poderse se podría, claro que si, al fin y al cabo lo que hoy tenemos no estaba aquí cuando el mundo se hizo mundo, han sido creaciones del hombre. Antes se vivía con menos, y se vivía. Quizá no convenga destruirlo todo, quizá haya cosas que nos ayuden a vivir realmente bien. ¿Pero todo? Quizá la renuncia y el sacrificio, aunque duela, nos sale la vida. 

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