miércoles, 30 de enero de 2013

Competir o evolucionar

Estamos de exámenes. Ayer era muy extraño andar por la universidad. No había clase, pero ante las puertas de las aulas habían numerosos grupos de alumnos, con apuntes en la mano y preguntándose el temario los unos a los otros. 

Convivir con tanta gente y cada uno de su padre y su madre y con estudios diferentes te permite comparar como fue tu etapa universitaria y como está siendo la de los demás. En general, todos me hablan de un gran nivel de competitividad entre compañeros de clase, algo que, rara vez, se daba en Trabajo Social, si acaso, algún trepa se apropiaba de tus ideas o apuntes para poder realizar mejores trabajos, pero eran casos muy puntuales. 

Puedo entender que Trabajo Social no tiene relación alguna con carreras como las Ingenierías. El Trabajo Social no se entiende sin valores como la solidaridad o la cooperación. Quizá por ello los que estudiábamos juntos encontrábamos mas sentido a ayudarnos mutuamente que pisotearnos los unos a los otros. 

Si tengo algún residuo de competitividad en mí no se debe a mis estudios. Al estar en el mundo de la natación y compitiendo desde los 7 años, muchas veces he tenido la sensación de querer superar a los demás. Pero, años después, no se me ha quedado buen cuerpo recordando aquello. 

La competitividad llegó a resultar insana. Recuerdo estar muy pendiente de los resultados de otros nadadores y equipos, de contabilizar medallas, incluso de imprimirme hojas de resultados y subrayar a los nadadores de mi equipo con colores diferentes, según lo que habían conseguido. Pensaba en las delegaciones mas fuertes y me ponía de mal humor, no quería que superaran a mi equipo, lo consideraba el mejor. Y cuando dejamos de ser los mejores, me iba de las competiciones con la sensación de tener que esforzarme mucho más por estar arriba. 

Quizá haya algo de positivo en la competitividad. Querer ser mejor que otros te hace mejorar a ti. Pero el problema está en que no lo haces por ser mejor, sino por ser mejor que otros. 

La competitividad fuera de control puede jugar en nuestra contra, en el sentido de que, en lugar de mejorar como estudiantes, deportistas o como seres humanos, podemos correr el riesgo en convertirnos en peores personas. No me siento orgullosa de haber sentido la necesidad de ver a otros tener peores resultados que yo. Ser competitiva me hizo, no querer entrenar mas por creer que podía hacerlo mejor, sino por ser mejor que las demás nadadoras. 

La competitividad mal gestionada tiende a la involución, vamos hacia atrás en lugar de avanzar. Y la lástima es que, esos mismos entornos en los que desarrollamos nuestro lado competitivo, también nos ofrece, por sí mismos, desarrollarnos en otros aspectos. Nuestra clase puede ser el lugar ideal para conocer a personas que sepan cosas que nosotros no conocemos y que podemos aprender, o podemos darnos cuenta de nuestras virtudes y mostrarlas a los demás. Una piscina puede ser un lugar en el que encontrar a gente que conozca trucos para mejorar el nado. Eso, por no hablar de las mismas relaciones sociales que se pueden iniciar en cualquier parte. 

¿Por qué intentar estar por encima de alguien si, estando a su altura, nos podemos apoyar uno en el hombro del otro? La cooperación suele ofrecernos mejores resultados que la competitividad. Bueno, disculpad, corrijo esto último. La cooperación no ofrece mejores resultados que la competitividad. Ofrece mejores resultados que la competitividad mal gestionada. 

Porque ser competitivos no es malo. Pero necesitamos ser conscientes de que nuestro mayor rival somos nosotros mismos. Si quieres competir, hazlo contra ti. Esa es la forma de competir que te hará avanzar. Frente a otros, mejor, coopera. 

Ahora mismo, estoy muy orgullosa de mi. Creo que llevo competiendo contra mi misma lo que llevamos de año. Algo me hizo querer dedicar el 2013 a ser mejor cada día. Una motivación salida de la nada que perdura de momento. Sigo siendo competitiva, pero no me hace sentirme mal. Muy al contrario, me empuja a seguir con esta actitud. Y algo muy curioso pero hermoso, lejos de hacerme querer estar por encima de los demás, creo que tengo más ganas que nunca de volcarme con quienes me rodean. Competitiva sí, pero también cooperativa. 



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