miércoles, 9 de enero de 2013

Victimas, victimizadas, victimizadoras

Todo depende del discurso. De todos es sabido que las mujeres hemos sido esa parte de la humanidad considerada inferior frente al varón. Se nos han negado capacidades y habilidades que, posteriormente hemos demostrado que poseemos al igual que ellos. Y a día de hoy, las cosas no han cambiado demasiado. El discurso sobre nuestras capacidades, quizá no inferiores, pero si diferentes, sigue en pie por parte de muchas lenguas. 

Siempre hemos creído que el gran culpable era el sistema patriarcal, esa tradición machista aposentada en nuestra sociedad y en el mundo en general. Pero, ¿hasta qué punto son ellos los culpables? ¿Nosotras no tenemos nada que ver? 

Hay algo en mi máster que me gusta especialmente. Me ofrece la posibilidad de conocer diferentes enfoques sobre el mundo de la mujer de la mano de teóricos, profesores/as y compañeras. 

Las mujeres somos víctimas de la desigualdad. No se nos cree fuertes, ni competentes, ni capaces de ir mas allá de las tareas del hogar o del cuidado de nuestros niños y mayores. Además, ser mas débiles físicamente nos hace ser vulnerables ante el varón, el cual, ante la falta de fuerza de la razón, su única razón ha sido la fuerza. Ante la posibilidad de mostrar al mundo masculino cómo es realmente una mujer, cuando no quedan peros al respecto, siempre les quedará la fuerza bruta. 

Pero, ¿realmente somos víctimas? ¿O posiblemente hayamos sido, previamente victimizadas, y esto nos ha llevado a ser víctimas? Si sabemos que no somos ni débiles, ni incompetentes, ni vulnerables, ¿qué nos hace permanecer en esa situación de inferioridad? ¿solo se debe al sistema patriarcal, o quizá hay una parte de nosotras que se ha creído el discurso machista y no sentimos víctimas aún? Si es solo una cuestión de ignorancia por parte de quienes representan el machismo, ¿de dónde han podido sacarse esa imagen de las mujeres totalmente irreal? Los mitos sobre los que se sustentaba nuestra inferioridad ya han pasado de moda, ¿qué sostiene ahora esa mentalidad diferencial? 

No solo los hombres perpetúan las diferencias. Ni siquiera estoy pensando en aquellas mujeres de mentalidad también machista que siguen defendiendo que nuestro lugar es el hogar. Hablo de aquellas mujeres que pueden perfectamente pertenecer a movimientos feministas. Aquí entro en un planteamiento algo peliagudo, pues entramos en subjetividades. Dependiendo del discurso, podemos entender una defensa o una victimización de la mujer. Son muchas las mujeres que nos hablan una y otra vez de inferioridad, de discriminación, de vulnerabilidad,  y otros mil sinónimos de y hacia las mujeres. Aunque la intención sea muy buena, y lo que se quiera sea combatir todo esto, quizá se está consiguiendo el efecto opuesto. Sin querer, hacemos perdurar esa imagen de mujer débil e indefensa. Otras muchas voces así lo indican, tratando de realzar, por otro lado, aquello que nos hace ser fuertes y valientes. ¿Dónde está el equilibrio entonces? ¿Dejamos de hablar de nuestros problemas y empezamos a hablar de las soluciones que podemos aportar? ¿No sería esto negar lo evidente? ¿Qué hacemos entonces? 

Bajo la consecución del voto, de la incorporación de la mujer al mercado laboral, a las universidades, bajo ese espejismo de logros conseguidos, sigue existiendo la desigualdad. Y lo peor es que es muy difícil aplacarla totalmente, ya que, una vez conseguido aquello considerado objetivo, existen las subjetividades. Siempre veremos pegas en lo que otros y otras dicen. Es como aquella utopía del mundo ideal: existir, puede existir, pero no para todos al mismo tiempo.  

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