lunes, 28 de enero de 2013

Que no lo parezca

En un supermercado situado en una zona céntrica de la ciudad, un hombre de origen africano pide limosna en la puerta. En sus manos lleva una funda con una especie de periódico, posiblemente para ofrecerlo a cambio de lo que le puedan dar. Va bien vestido, aunque sus ropas sean de segunda mano. No tiene mal aspecto, a primera vista. Una señora mayor, muy amablemente, le ofrece unas monedas antes de marcharse del lugar. 

Unos cientos de metros mas atrás, un señor va y viene en la puerta del metro. Aparenta unos 50 y pocos. Está sucio, sus ropas muy desgastadas. Le faltan dientes. Su piel está visiblemente castigada.  Vive en una esquina, entre cartones. Apenas le dan nada. Es más, si se puede, mejor evitar un cruce de miradas. 

La imagen juega un papel fundamental en nuestro día a día. Para una entrevista de trabajo, para agradar a alguien especial. Para todo destacamos la importancia de tener una bonita apariencia. ¿También influye nuestro aspecto a la hora de conseguir aumentar la solidaridad de los demás? 

Pienso en estas dos clases de hombres, ambos pobres, pero diferentes en la imagen que muestran a los demás. Uno, aseado y limpio, consigue con relativa facilidad que le ayuden. El otro, con sus ropas rotas y sucias, no consigue ni un segundo de atención de las atareadas personas que pasan por su lado. 

Me da por pensar que, dentro del mismo clasismo que existe dentro de nuestra sociedad, existe otro "subclasismo" que viene marcado por la apariencia de las personas. En una entrada anterior hablé de la diferencia que se marca entre las personas ricas y pobres. Dije que no importaba tanto su lugar de origen,sino su poder económico. 

Pues bien, tomando, a partir de este punto, al colectivo de personas mas pobres, existe otro tipo de clasificación. Independientemente de si el pobre es autóctono o extranjero, si tiene buena apariencia, conseguirá mas que si presenta un mal aspecto. 

Se me ha olvidado mencionar que el hombre del metro parece ser de aquí. Y el hombre que pide justo a su lado, también. Es más, cuando le ofreces comida a este segundo hombre, te contesta casi siempre con un "no, gracias" perfectamente comprensible. Este señor tampoco tiene buen aspecto. Tiene el pelo enmarañado y una barba muy larga y descuidada. 

¿Tan importante es ser guapo a la vista como para que influya en algo tan importante como permitirle a alguien llevarse algo caliente a la boca en pleno Enero? Siempre nos dicen que las apariencias pueden engañar, que lo hermoso está en el interior. Pero a la hora de la verdad, donde se ponga una cara bonita...

El tema es preocupante por dos cuestiones. Primero, porque ya no hablamos de enamorar a alguien o de conseguir piropos allá donde se va. Hablamos de comer, de beber, de necesidades básicas del ser humano. No se puede permitir que un hombre pase hambre solo porque su pobreza no le ha permitido lavarse los dientes. 

En segundo lugar, tenemos que ser conscientes de que el Cuarto Mundo está aumentando considerablemente. La crisis está haciendo que 6 millones de personas en nuestro país no tengan trabajo. Cada vez son mas los habitantes de nuestro país que viven bajo cartones y no bajo un techo firme. ¿Vamos a permitir que malvivan solo porque físico no es atrayente? 

Se me viene una pregunta a la cabeza. ¿Puede que tengamos cierto respeto o miedo a este tipo de personas? ¿Nos da la sensación de que nos pueden robar o atacar mas si se tiene mal aspecto que si   va bien vestido? 

La relación entre una cosa y la otra no tiene sentido, desde mi punto de vista. Estas personas son como son por fuera debido a su situación social, no porque haya maldad en su corazón. Es más, estoy casi convencida de que, la mayoría  si decidieran cometer algún delito, lo harían mas por necesidad que por maldad. Siento decir que vivimos en una sociedad en la cual roba mas el señor con traje de chaqueta que ese hombre que vive entre cartones y mantas raídas. Y confiamos mas en el primero que en el segundo. 

La imagen es importante, pero no perdamos el sentido común con este tema. Cuando hablemos de derechos humanos, no hay color. Lo primero es lo primero, lo primero es que esas personas sobrevivan. Dejemos la guapura para San Valentín, que está a la vuelta de la esquina. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario