miércoles, 30 de enero de 2013

Competir o evolucionar

Estamos de exámenes. Ayer era muy extraño andar por la universidad. No había clase, pero ante las puertas de las aulas habían numerosos grupos de alumnos, con apuntes en la mano y preguntándose el temario los unos a los otros. 

Convivir con tanta gente y cada uno de su padre y su madre y con estudios diferentes te permite comparar como fue tu etapa universitaria y como está siendo la de los demás. En general, todos me hablan de un gran nivel de competitividad entre compañeros de clase, algo que, rara vez, se daba en Trabajo Social, si acaso, algún trepa se apropiaba de tus ideas o apuntes para poder realizar mejores trabajos, pero eran casos muy puntuales. 

Puedo entender que Trabajo Social no tiene relación alguna con carreras como las Ingenierías. El Trabajo Social no se entiende sin valores como la solidaridad o la cooperación. Quizá por ello los que estudiábamos juntos encontrábamos mas sentido a ayudarnos mutuamente que pisotearnos los unos a los otros. 

Si tengo algún residuo de competitividad en mí no se debe a mis estudios. Al estar en el mundo de la natación y compitiendo desde los 7 años, muchas veces he tenido la sensación de querer superar a los demás. Pero, años después, no se me ha quedado buen cuerpo recordando aquello. 

La competitividad llegó a resultar insana. Recuerdo estar muy pendiente de los resultados de otros nadadores y equipos, de contabilizar medallas, incluso de imprimirme hojas de resultados y subrayar a los nadadores de mi equipo con colores diferentes, según lo que habían conseguido. Pensaba en las delegaciones mas fuertes y me ponía de mal humor, no quería que superaran a mi equipo, lo consideraba el mejor. Y cuando dejamos de ser los mejores, me iba de las competiciones con la sensación de tener que esforzarme mucho más por estar arriba. 

Quizá haya algo de positivo en la competitividad. Querer ser mejor que otros te hace mejorar a ti. Pero el problema está en que no lo haces por ser mejor, sino por ser mejor que otros. 

La competitividad fuera de control puede jugar en nuestra contra, en el sentido de que, en lugar de mejorar como estudiantes, deportistas o como seres humanos, podemos correr el riesgo en convertirnos en peores personas. No me siento orgullosa de haber sentido la necesidad de ver a otros tener peores resultados que yo. Ser competitiva me hizo, no querer entrenar mas por creer que podía hacerlo mejor, sino por ser mejor que las demás nadadoras. 

La competitividad mal gestionada tiende a la involución, vamos hacia atrás en lugar de avanzar. Y la lástima es que, esos mismos entornos en los que desarrollamos nuestro lado competitivo, también nos ofrece, por sí mismos, desarrollarnos en otros aspectos. Nuestra clase puede ser el lugar ideal para conocer a personas que sepan cosas que nosotros no conocemos y que podemos aprender, o podemos darnos cuenta de nuestras virtudes y mostrarlas a los demás. Una piscina puede ser un lugar en el que encontrar a gente que conozca trucos para mejorar el nado. Eso, por no hablar de las mismas relaciones sociales que se pueden iniciar en cualquier parte. 

¿Por qué intentar estar por encima de alguien si, estando a su altura, nos podemos apoyar uno en el hombro del otro? La cooperación suele ofrecernos mejores resultados que la competitividad. Bueno, disculpad, corrijo esto último. La cooperación no ofrece mejores resultados que la competitividad. Ofrece mejores resultados que la competitividad mal gestionada. 

Porque ser competitivos no es malo. Pero necesitamos ser conscientes de que nuestro mayor rival somos nosotros mismos. Si quieres competir, hazlo contra ti. Esa es la forma de competir que te hará avanzar. Frente a otros, mejor, coopera. 

Ahora mismo, estoy muy orgullosa de mi. Creo que llevo competiendo contra mi misma lo que llevamos de año. Algo me hizo querer dedicar el 2013 a ser mejor cada día. Una motivación salida de la nada que perdura de momento. Sigo siendo competitiva, pero no me hace sentirme mal. Muy al contrario, me empuja a seguir con esta actitud. Y algo muy curioso pero hermoso, lejos de hacerme querer estar por encima de los demás, creo que tengo más ganas que nunca de volcarme con quienes me rodean. Competitiva sí, pero también cooperativa. 



lunes, 28 de enero de 2013

Que no lo parezca

En un supermercado situado en una zona céntrica de la ciudad, un hombre de origen africano pide limosna en la puerta. En sus manos lleva una funda con una especie de periódico, posiblemente para ofrecerlo a cambio de lo que le puedan dar. Va bien vestido, aunque sus ropas sean de segunda mano. No tiene mal aspecto, a primera vista. Una señora mayor, muy amablemente, le ofrece unas monedas antes de marcharse del lugar. 

Unos cientos de metros mas atrás, un señor va y viene en la puerta del metro. Aparenta unos 50 y pocos. Está sucio, sus ropas muy desgastadas. Le faltan dientes. Su piel está visiblemente castigada.  Vive en una esquina, entre cartones. Apenas le dan nada. Es más, si se puede, mejor evitar un cruce de miradas. 

La imagen juega un papel fundamental en nuestro día a día. Para una entrevista de trabajo, para agradar a alguien especial. Para todo destacamos la importancia de tener una bonita apariencia. ¿También influye nuestro aspecto a la hora de conseguir aumentar la solidaridad de los demás? 

Pienso en estas dos clases de hombres, ambos pobres, pero diferentes en la imagen que muestran a los demás. Uno, aseado y limpio, consigue con relativa facilidad que le ayuden. El otro, con sus ropas rotas y sucias, no consigue ni un segundo de atención de las atareadas personas que pasan por su lado. 

Me da por pensar que, dentro del mismo clasismo que existe dentro de nuestra sociedad, existe otro "subclasismo" que viene marcado por la apariencia de las personas. En una entrada anterior hablé de la diferencia que se marca entre las personas ricas y pobres. Dije que no importaba tanto su lugar de origen,sino su poder económico. 

Pues bien, tomando, a partir de este punto, al colectivo de personas mas pobres, existe otro tipo de clasificación. Independientemente de si el pobre es autóctono o extranjero, si tiene buena apariencia, conseguirá mas que si presenta un mal aspecto. 

Se me ha olvidado mencionar que el hombre del metro parece ser de aquí. Y el hombre que pide justo a su lado, también. Es más, cuando le ofreces comida a este segundo hombre, te contesta casi siempre con un "no, gracias" perfectamente comprensible. Este señor tampoco tiene buen aspecto. Tiene el pelo enmarañado y una barba muy larga y descuidada. 

¿Tan importante es ser guapo a la vista como para que influya en algo tan importante como permitirle a alguien llevarse algo caliente a la boca en pleno Enero? Siempre nos dicen que las apariencias pueden engañar, que lo hermoso está en el interior. Pero a la hora de la verdad, donde se ponga una cara bonita...

El tema es preocupante por dos cuestiones. Primero, porque ya no hablamos de enamorar a alguien o de conseguir piropos allá donde se va. Hablamos de comer, de beber, de necesidades básicas del ser humano. No se puede permitir que un hombre pase hambre solo porque su pobreza no le ha permitido lavarse los dientes. 

En segundo lugar, tenemos que ser conscientes de que el Cuarto Mundo está aumentando considerablemente. La crisis está haciendo que 6 millones de personas en nuestro país no tengan trabajo. Cada vez son mas los habitantes de nuestro país que viven bajo cartones y no bajo un techo firme. ¿Vamos a permitir que malvivan solo porque físico no es atrayente? 

Se me viene una pregunta a la cabeza. ¿Puede que tengamos cierto respeto o miedo a este tipo de personas? ¿Nos da la sensación de que nos pueden robar o atacar mas si se tiene mal aspecto que si   va bien vestido? 

La relación entre una cosa y la otra no tiene sentido, desde mi punto de vista. Estas personas son como son por fuera debido a su situación social, no porque haya maldad en su corazón. Es más, estoy casi convencida de que, la mayoría  si decidieran cometer algún delito, lo harían mas por necesidad que por maldad. Siento decir que vivimos en una sociedad en la cual roba mas el señor con traje de chaqueta que ese hombre que vive entre cartones y mantas raídas. Y confiamos mas en el primero que en el segundo. 

La imagen es importante, pero no perdamos el sentido común con este tema. Cuando hablemos de derechos humanos, no hay color. Lo primero es lo primero, lo primero es que esas personas sobrevivan. Dejemos la guapura para San Valentín, que está a la vuelta de la esquina. 

sábado, 26 de enero de 2013

GRANDES PRINCESAS DE LA HISTORIA: Teresa de Calcuta


La Madre Teresa de Calcuta, nacida como Agnes Gonxha Bojaxhiu, (Skopje, Imperio Otomano, actual República de Macedonia; 26 de agosto de 1910 - Calcuta, India; 5 de septiembre de 1997) fue una religiosa católica albanesa célebre por su labor humanitaria en la India. Fue galardonada con el Premio Nobel de la Paz en 1979 y beatificada por el Papa Juan Pablo II en 2003.

Agnes hizo su Primera Comunión a la edad de cinco años y medio, y recibió la Confirmación a los seis años (un año después de su comunión). Desde el día de su Primera Comunión mostró una gran devoción religiosa. En su formación religiosa, Agnes fue asistida además por la Parroquia Jesuita del Sagrado Corazón, en la que ella estaba muy integrada. Cuando tenía treinta años, se hizo misionera. En Irlanda recibió el nombre de Hermana María Teresa. En el mes de diciembre inició su viaje hacia India, donde enseñó en la Escuela para mujeres St. Mary. El 24 de mayo de 1937, la Hermana Teresa hizo su profesión convirtiéndose en “esposa de Cristo” para “toda la eternidad”. Desde ese momento se la llamó Madre Teresa de Calcuta. Continuó enseñando en St. Mary, convirtiéndose en directora del centro en 1944. Al ser una persona de profunda oración y de arraigado amor por sus hermanas religiosas y por sus estudiantes, los veinte años que la Madre Teresa transcurrió en Loreto estuvieron impregnados de profunda alegría. Caracterizada por su caridad, vivió su consagración a Jesús entre sus compañeras con fidelidad y alegría. En 1950 fundó la orden femenina de las "Misioneras de la Caridad" y su rama masculina ("Hermanos de la Caridad") en 1963. Más tarde, en 1979, recibió el Premio Nobel de la Paz. En marzo de 1997, la Madre Teresa bendijo a su recién elegida sucesora como Superiora General. Después de encontrarse por última vez con el Papa, volvió a Calcuta donde transcurrió las últimas semanas de vida.

Para el día de su muerte se habían consagrado casi 4.000 Misioneras de la Caridad, y sus comunidades se habían establecido 610 fundaciones en 123 países del mundo.

miércoles, 23 de enero de 2013

Cupido traidor

Antes de juzgar tienes que llegar hasta el corazón. Así lo dice la canción. Siempre nos han dicho que lo importante es el interior de la persona, no debemos quedarnos solo con las caras bonitas. Y, sin embargo, seguimos idealizando los flechazos. Nos resulta de lo más romántico el amor a primera vista, que nuestras miradas se crucen y empezar a sentir mariposillas en el estómago. ¿Para qué? 

Cuando uno se enamora, no se enamora. Sí, a ver, claro que sentimos lo que sentimos, eso no se puede negar. Pero el amor no empieza en el amor sin más. La primera fase, esa en la que colmamos de mimos y arrumacos a nuestras parejas, se conoce con el nombre de enamoramiento. 

Y eso, ¿qué es lo que es? Os cuento lo que me explicaron a mi en la carrera (sí, querido público, en Trabajo Social nos hablan de amor y sexo): el enamoramiento es el momento en el cual no te enamoras de la persona, sino de lo que tú crees que es esa persona. 

Esto viene a significar varias cosas. En primer lugar, que cuando uno se enamora siempre lo hace a primera vista, por el hecho de que nunca nos enamoramos inicialmente de la persona sino de nuestra idealización de ella. Y segundo, que el amor, en sus inicios, siempre es superficial, ya que no esperamos a fijarnos en una personalidad real, sino en lo que tomamos a primera vista, aunque haya más en el fondo. No es una superficialidad física, pero sigue siendo una visión superficial de la persona. 

Y el amor surge junto a los defectos de la pareja. Si le aguantas en lo bueno y en lo malo, enhorabuena, eso es amor. Aunque, ¿llega a surgir realmente en algún momento? ¿ Se llega a conocer tanto al otro como para saber si se le ama de verdad o no? ¿O solo se conoce a aquellas personas que caen en la monotonía y dejan de sorprendernos? 

Señoras y señores, estoy enamorada. Sí, lo digo alto y claro, no es algo de lo que deba avergonzarme, ni mucho menos. Y el caso es que no sé si llamarlo amor o enamoramiento. Os cuento la situación. Al chico en cuestión lo conocí hace unos meses, al venirme a vivir a Madrid. Convivo con él, lo veo a diario. Y sin embargo, nunca me había fijado en él.  Incluso le sacaba pegas, me llaman mas la atención otros chicos. Pero en el momento en el que me ha demostrado como puede llegar a ser, entonces y solo entonces, ha surgido lo que siento. 

No puedo hablaros de enamoramiento y decir que yo me he enamorado de verdad. Porque, quizá, yo también haya idealizado sus acciones. Este chico seguro que tiene defectos, todos los tenemos. Defectos que aún no conozco. Hasta que no sepa más, quizá no pueda hablar de amor de verdad. 

Aunque creo que se acerca un poco. El hecho de haberme fijado en sus actos y no en sus ojos (y bien bonitos los tiene, por cierto) me hace creer que tiene algo de verdadero esto que siento. 

Hay actos que nos llevan a la ilusión y al enamoramiento. Seguimos teniendo muy presentes esas películas en las cuales el chico guapo trata a la chica como una princesa porque la ama locamente y quiere hacerle feliz. Y en cuanto vemos una mínima similitud, caemos en la trampa. No descarto que me esté pasando. 

Como el tiempo pone cada cosa en su lugar, creo que esperaré. Mientras tanto, seguiré disfrutando del momento, porque lo llamemos como lo llamemos, esto que se siente es bien bonito...

lunes, 21 de enero de 2013

El lado bueno de la crisis

Aunque es evidente que nuestro país está pasando por uno de sus peores momentos, en los inicios de esta crisis me di cuenta de ciertos factores positivos de la misma. 

Todos conocemos esa famosa frase de que estábamos viviendo por encima de nuestras posibilidades. Aunque no creo que sea cierta, sí que opino que nuestro concepto de necesidad debe ser revisado. Antiguamente, nuestras familias vivían con mucho menos y salían adelante. No necesitaban tanto como ahora. Es mas, incluso valoraban mas lo que tenían y les hacia mas felices. 
Actualmente, nuestras "necesidades" han ido aumentando. Cada vez necesitamos mas para vivir. 

La crisis ha hecho que tengamos que limitar lo que tenemos. Lo hemos limitado y muchos seguimos adelante. No hablo en nombre de aquellos que lo han perdido todo, pues como he dicho antes, lo que expongo ahora lo pensaba al inicio de la crisis. Quizá mucho de lo que teníamos no era realmente necesario. Hay formas alternativas de vivir mucho mas sostenibles e igualmente eficaces. 

Otro punto a favor de lo que nos ha pasado es que nos ha hecho ser mas solidarios los unos con los otros. Parece que tengan que forzarnos para ayudarnos mutuamente y las circunstancias lo han hecho. Como siempre suele ocurrir, los que padecen el problema son los que se ayudan, pues no vale la pena esperar que, quienes realmente pueden, nos ayuden. Ellos ni siquiera han notado el problema. 

Toda crisis puede entenderse, al mismo tiempo, como oportunidad. Lo malo nos puede traer cosas positivas que vale la pena aprovechar y valorar. Quizá esta crisis económica nos haya abierto los ojos ante la crisis de valores en la cual estábamos y estamos viviendo aún. No solo necesitamos tomar el rumbo de nuestra economía, también de nuestra sociedad. 

El punto en contra es que esta situación se nos escapa de las manos y no siempre somos nosotros los que podemos remediarlo. Al principio nos pudo venir bien, ya que nos obligó a limitarnos a lo realmente necesario y a ayudar a aquellos que estaban peor. Pero ahora ya no hay de donde recortar y estamos todos con el cinturón mas que ajustado. 

De lo malo a lo bueno y de lo bueno, otra vez a lo malo. Y esto parece un ciclo sin fin. Cuando todo esto pase, deberíamos esperar, no solo una mejoría económica. También de conciencia. Aprender a vivir con menos pero con lo necesario. Y no esperar a que llegue el hambre para arrimar el hombro. Todo tiene su lado positivo. De todo se puede aprender. 

sábado, 19 de enero de 2013

GRANDES PRINCESAS DE LA HISTORIA: Juana de Arco


Juana de Arco (6 de enero de 1412 – 30 de mayo de 1431) , también conocida como la Doncella de Orléans (o, en francés, la Pucelle), fue una heroína, militar y santa francesa. Su festividad se celebra el día del aniversario de su muerte, como es tradición en la Iglesia Católica, el 30 de mayo.

Nacida en Domrémy, pequeño poblado situado en el departamento de los Vosgos en la región de la Lorena, Francia, ya con 17 años encabezó el ejército real francés. Convenció al rey Carlos VII de que expulsaría a los ingleses de Francia y éste le dio autoridad sobre su ejército en el Sitio de Orleans, la batalla de Patay y otros enfrentamientos en 1429 y 1430. Estas campañas revitalizaron la facción de Carlos VII durante la Guerra de los Cien Años y permitieron la coronación del monarca. Como recompensa, el rey eximió al pueblo natal de Juana de Domrémy del impuesto anual a la corona. Esta ley se mantuvo en vigor hasta hace aproximadamente cien años. Posteriormente fue capturada por los borgoñones y entregada a los ingleses. Los clérigos la condenaron por herejía y el duque Juan de Bedford la quemó viva en Ruán. La mayoría de los datos sobre su vida se basan en las actas de aquel proceso pero, en cierta forma, están desprovistos de crédito pues, según diversos testigos presenciales del juicio, fueron sometidos a multitud de correcciones por orden del obispo Cauchon, así como a la introducción de datos falsos. Entre estos testigos estaba el escribano oficial, designado sólo por Cauchon, quien afirma que en ocasiones había secretarios escondidos detrás de las cortinas de la sala esperando instrucciones para borrar o agregar datos a las actas.

Veinticinco años después de su condena, el Rey Carlos VII instigó a la Iglesia a que revisaran aquel juicio inquisitorial, dictaminando el Papa Nicolás V la inconveniencia de su reapertura en aquellos momentos, debido a los recientes éxitos militares de Francia sobre Inglaterra y a la posibilidad de que los ingleses lo tomaran, en aquellos delicados momentos, como una afrenta por parte de Roma. No obstante la familia de Juana también reunió las pruebas necesarias para la revisión del juicio y se las envió al Papa, pero éste se negó definitivamente a reabrir el proceso. A la muerte de Nicolás V, fue elegido papa el español Calixto III (Alfonso de Borja) el 8 de abril de 1456 y es él quien dispuso que se reabriera el proceso. La inocencia de Juana Domrémy fue reconocida ese mismo año en un proceso donde hubo numerosos testimonios y se declaró herejes a los jueces que la habían condenado. Finalmente, ya en el siglo XX, en 1909 fue beatificada y posteriormente declarada santa en 1920 por el Papa Benedicto XV. Ese mismo año fue declarada como la santa patrona de Francia.

Su fama se extendió inmediatamente después de su muerte: fue venerada por la Liga Católica en el siglo XVI y adoptada como símbolo cultural por los círculos patrióticos franceses desde el siglo XIX. Fue igualmente una inspiración para las fuerzas aliadas durante la Primera y la Segunda guerra mundial.

Popularmente, Juana de Arco es contemplada por muchas personas como una mujer notable: valiente, vigorosa y con una gran fe. Hoy en día es objeto de especial interés en la República de Irlanda, Canadá, Reino Unido y los Estados Unidos. En el movimiento del escultismo es la santa patrona de las guías (rama femenina).

miércoles, 16 de enero de 2013

Feminismo cultural

Dentro del más que variado mundo del feminismo, existen pequeños "sub-feminismos" que reclaman una forma diferente de igualdad entre hombres y mujeres. Uno de ellos es conocido como feminismo cultural, y me ha parecido un buen título para esta entrada. Aunque lo que voy a exponer a continuación no tiene demasiado que ver con ello, es una simple coincidencia. 

Creo que todos conocemos la situación en la que se encuentra la India actualmente. Cada 20 minutos, una mujer es violada en dicho país. Su población comienza a despertar y a luchar contra este gran problema, pero me ha llamado la atención su forma de reaccionar. Muchas violaciones se están produciendo en lugares públicos, a plena luz del día y ante montones de personas. Sin embargo, nadie defiende a esa mujer en ese momento. Sin embargo, en el momento de manifestarse y protestar, podemos ver a una multitud de hombres defendiendo la causa. 

Siempre se ha dicho que el feminismo es cosa de mujeres, no solo por ser una necesidad para esta parte de la población con una clara desventaja frente al varón, sino porque solemos ser nosotras mas que ellos quienes defendemos nuestros intereses. Y resulta que en Nueva Delhi quienes hacen huelga de hambre por los derechos de la mujer son ellos. 

En nuestro país nos resulta impensable permitir que violen a una mujer ante nuestros ojos y no hacer nada en el momento. Como mínimo, se llama a la policía  incluso mas de un hombre ha salido a ayudar a una mujer cuando la ha visto en peligro. Aunque luego, en las manifestaciones del Día de la Mujer, la mayoría de las asistentes somos nosotras. Son situaciones totalmente contrarias. 

Puede deberse, me planteo, a la situación en la que se encuentran hombres y mujeres en cada país. Aquí, en España, aunque sigamos sin ser iguales al hombres al 100%, ya disfrutamos de muchos derechos y de un nivel elevado de igualdad. Eso quizá nos esté ayudando a ser capaces de defender nuestros derechos por nosotras mismas. En la India no gozan de nuestra situación, los hombres pueden resultar de mayor necesidad para que su lucha siga adelante. 

¿O quizá sea producto de la socialización? Me viene a la cabeza el caso de Estados Unidos. No estoy pensando exactamente en el feminismo, sino en su manera de defenderse. Su presidente ha manifestado su intención de controlar la posesión de armas y de repente el país se ha vuelto loco, se han disparado las ventas de las mismas. En la América Profunda no conciben la autodefensa como nosotros, ni mucho menos. Les resulta absurdo que te entren a robar y que debas llamar a la policía en lugar de defenderte tú a tiros. Es inconcebible para ellos no poder defender su hogar y a su familia. Para nosotros, la barbarie está en enseñar a disparar a un niño de 5 años, acto de lo mas normal al otro lado del charco. 

También me viene a la cabeza Haití. Cuando sufrieron el tsunami, por televisión se veía a los transeúntes vagar de un lado a otro rodeados de cadáveres. Recuerdo que pensaba por qué nadie se estaba molestando en hacer algo, apilarlos en una zona concreta, al menos para evitar la propagación de enfermedades. No comprendía su pasividad. 

Creo que en España, necesitamos a los hombres. Y en la India, se necesita a las mujeres. Sin ellos, nosotras no lograremos la igualdad. Si ellas no despiertan, nunca conseguirán lo que quieren. A veces la socialización juega muy malas pasadas, no enseña lo necesario, se acomoda en la costumbre y hecha raíces en cada cultura. 

lunes, 14 de enero de 2013

Gobierno inconstitucional

En una de esas extrañas conversaciones a mediodía, se planteó lo difícil que resulta hoy en día matar a alguien. La ciencia ha avanzado tanto que, hagas lo que hagas, te van a pillar. 

Pero, sinceramente, tengo mis dudas de que sea tan difícil salir impune de un delito. Siento tener que ponerme, en este caso, en una determinada postura política, pero hay cosas que ya claman al cielo. 

Nuestro maravilloso gobierno ha decidido que es una estupenda idea crear una ley de tasas judiciales. Si quieres justicia, te la pagas. Acabo de leer una noticia en la cual el ministro de Justicia rectificaba algunas de ellas, pero vamos, que era lo mínimo que podía hacer este buen hombre... 

En primer lugar, el derecho a la justicia para todos y todas está recogido dentro de nuestra Carta Magna. Limitar ese acceso a unos pocos debería considerarse inconstitucional de inmediato. Además, por si aún no se han dado cuenta nuestro gobernantes, estamos viviendo un momento económico tremendamente duro. Una cuarta parte de nuestra población se encuentra en situación de desempleo, y es alarmante la cantidad de personas que se encuentran ahora bajo el umbral de la pobreza. Si antes ya nos podía resultar impensable pagar ciertas cifras por ser defendidos/as ante un tribunal, ¿ahora, qué? 

Siento ( y siento tener que ser tan parcial en esta entrada) que nuestro gobierno no solo no evita la violencia, sino que además la consiente y le da pie a crecer. No estoy pensando en aquella conversación de la que hablaba al principio, ni mucho menos. Pero hay delitos menos graves (aunque lo sigan siendo) que, teniendo que pagar por una condena, pueden ser fáciles de cometer. Además, estoy pensando en un factor mas en contra. Cuando eres víctima de cualquier delito, por un momento te siente vulnerable, indefenso, incluso dependiendo de qué delito se trate, te puedes llegar a sentir asustado/a, quizá haya posibilidad de represalias. Si ese miedo ya te impide a veces defenderte, si además te toca pagar, aún retrocedes más. 

Es inevitable que piense en las mujeres. En especial, pienso en las víctimas de violencia de género. Lanzándome a los típicos tópicos, pienso en esa mujer, madre, sin trabajo, que ha sufrido abusos psicológicos, que ha recibido palizas después. La violencia de género empieza con un lavado mental, te aíslan, te destrozan la autoestima. Cuando recibes la primera bofetada, tú ya estás destrozada por dentro. Por eso no denuncian, por eso acaban pensando que son las culpables, que se lo han merecido, que no han sido las mujeres que deben ser. Sin ingresos, con hijos, dependientes de sus maltratadores, ¿cómo van a denunciar? Y si además les cuesta un dinero que, insisto, ni tienen, porque eso lo lleva el hombre, ¿qué se supone que deben hacer? 

El derecho a la vida y a la integridad física y moral es el primer derecho fundamental del que debemos disfrutar todos los seres humanos. Todo gobierno debería tener la obligación de hacer respetar este derecho, lo que conlleva a aplacar toda forma de violencia. Crear una ley que te deja vulnerable a sufrir daños de este tipo, va en contra de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y debería ser sancionable. 

Quizá algún entendido o entendida en leyes lea esto y diga "No se ha informado demasiado bien esta chica..." De ser así, por favor, que alguien me corrija, porque, sinceramente, si estoy en lo cierto, este país se está yendo a pique...

viernes, 11 de enero de 2013

GRANDES PRINCESAS DE LA HISTORIA: Jane Austen


Destacada novelista inglesa cuya ficción satírica, ingeniosa y elegantemente estructurada señalan la transición en la literatura inglesa del neoclasicismo del siglo XVIII al romanticismo del siglo XIX. Austen nació en la parroquia de Steventon, Basingstoke, de la que su padre era rector. Estudió en su casa y nunca se separó de su familia, en la que era la séptima de ocho hermanos. Los Austen se marcharon de Steventon en 1801, viviendo a partir de entonces en Bath, Southampton, Chawton y Winchester. Austen empezó desde niña a escribir novelas para su familia. Algunos de sus primeros trabajos, escritos desde 1790, se publicaron en el libro Amor y amistad, y otras obras (1922). Las seis novelas que escribió hay que clasificarlas en dos periodos diferenciados. Las del primero (1796-1798) tardaron más de 15 años en encontrar un editor. Durante este tiempo escribió Juicio y sentimiento (1811), historia de dos hermanas y sus asuntos amorosos; Orgullo y prejuicio (1813), su novela más famosa, relata las relaciones de las cinco hermanas Bennett y su búsqueda de un marido adecuado, y La abadía de Northanger.

miércoles, 9 de enero de 2013

Victimas, victimizadas, victimizadoras

Todo depende del discurso. De todos es sabido que las mujeres hemos sido esa parte de la humanidad considerada inferior frente al varón. Se nos han negado capacidades y habilidades que, posteriormente hemos demostrado que poseemos al igual que ellos. Y a día de hoy, las cosas no han cambiado demasiado. El discurso sobre nuestras capacidades, quizá no inferiores, pero si diferentes, sigue en pie por parte de muchas lenguas. 

Siempre hemos creído que el gran culpable era el sistema patriarcal, esa tradición machista aposentada en nuestra sociedad y en el mundo en general. Pero, ¿hasta qué punto son ellos los culpables? ¿Nosotras no tenemos nada que ver? 

Hay algo en mi máster que me gusta especialmente. Me ofrece la posibilidad de conocer diferentes enfoques sobre el mundo de la mujer de la mano de teóricos, profesores/as y compañeras. 

Las mujeres somos víctimas de la desigualdad. No se nos cree fuertes, ni competentes, ni capaces de ir mas allá de las tareas del hogar o del cuidado de nuestros niños y mayores. Además, ser mas débiles físicamente nos hace ser vulnerables ante el varón, el cual, ante la falta de fuerza de la razón, su única razón ha sido la fuerza. Ante la posibilidad de mostrar al mundo masculino cómo es realmente una mujer, cuando no quedan peros al respecto, siempre les quedará la fuerza bruta. 

Pero, ¿realmente somos víctimas? ¿O posiblemente hayamos sido, previamente victimizadas, y esto nos ha llevado a ser víctimas? Si sabemos que no somos ni débiles, ni incompetentes, ni vulnerables, ¿qué nos hace permanecer en esa situación de inferioridad? ¿solo se debe al sistema patriarcal, o quizá hay una parte de nosotras que se ha creído el discurso machista y no sentimos víctimas aún? Si es solo una cuestión de ignorancia por parte de quienes representan el machismo, ¿de dónde han podido sacarse esa imagen de las mujeres totalmente irreal? Los mitos sobre los que se sustentaba nuestra inferioridad ya han pasado de moda, ¿qué sostiene ahora esa mentalidad diferencial? 

No solo los hombres perpetúan las diferencias. Ni siquiera estoy pensando en aquellas mujeres de mentalidad también machista que siguen defendiendo que nuestro lugar es el hogar. Hablo de aquellas mujeres que pueden perfectamente pertenecer a movimientos feministas. Aquí entro en un planteamiento algo peliagudo, pues entramos en subjetividades. Dependiendo del discurso, podemos entender una defensa o una victimización de la mujer. Son muchas las mujeres que nos hablan una y otra vez de inferioridad, de discriminación, de vulnerabilidad,  y otros mil sinónimos de y hacia las mujeres. Aunque la intención sea muy buena, y lo que se quiera sea combatir todo esto, quizá se está consiguiendo el efecto opuesto. Sin querer, hacemos perdurar esa imagen de mujer débil e indefensa. Otras muchas voces así lo indican, tratando de realzar, por otro lado, aquello que nos hace ser fuertes y valientes. ¿Dónde está el equilibrio entonces? ¿Dejamos de hablar de nuestros problemas y empezamos a hablar de las soluciones que podemos aportar? ¿No sería esto negar lo evidente? ¿Qué hacemos entonces? 

Bajo la consecución del voto, de la incorporación de la mujer al mercado laboral, a las universidades, bajo ese espejismo de logros conseguidos, sigue existiendo la desigualdad. Y lo peor es que es muy difícil aplacarla totalmente, ya que, una vez conseguido aquello considerado objetivo, existen las subjetividades. Siempre veremos pegas en lo que otros y otras dicen. Es como aquella utopía del mundo ideal: existir, puede existir, pero no para todos al mismo tiempo.