martes, 24 de abril de 2012

Los límites de la libertad

El hijab y sus variantes, hay que ver que polémico puede llegar a resultar...Ayer, en clase, vimos un vídeo sobre la realidad de las mujeres en Afganistán, donde deben ir tapadas totalmente, donde no tienen derecho a nada, donde se les castiga hasta la muerte (lenta y dolorosa) por delitos de los cuales el hombre sale totalmente impune. 

Y a raíz de esto salió el tema del velo islámico. Siempre existe el debate sobre si hay que dejar que lleven hijab o no. Sigue en el aire la duda sobre la libertad de decisión de estas mujeres a la hora de elegir si quieren cubrirse el pelo o quedarse con la melena al viento. La población occidental considera que es una sumisión al hombre. 

Es más. Cuando se habló de las mujeres que deciden libremente llevarlo, se dijo que el tema era aún mas complejo, ya que eran mujeres que habían sido socializadas, y por lo tanto, su libertad podría no ser totalmente plena. 

No voy a abrir un debate aquí sobre si deben o no llevar el velo. Mi opinión me la reservo para mi misma y que cada cual tenga la suya. Mi reflexión va por otro lado. 

Todo ser humano se socializa. Todos formamos parte de una familia, todos vamos en algún momento a la escuela, todos nos rodeamos en algún momento de personas que nos sirven como referente. Toda cultura conlleva una serie de ideas que son la herencia que reciben las generaciones que van llegando. De la socialización nadie se libra. 

Cuando llegamos a este maravilloso mundo, ya estamos predestinados a tener en nuestras mentes una serie de ideas. Por los padres que tenemos, por el lugar en el que nacemos, por el momento histórico concreto en el que nos ha tocado nacer. Aún no tenemos capacidad de reflexión y ya estamos "obligados" a pensar y vivir de una determinada manera. 

En Trabajo Social se habla mucho de un señor llamado Bronfenbrenner. Este buen hombre desarrolló una teoría sobre la identidad del ser humano. Lo que dijo, en resumen, era que nos influye absolutamente todo a la hora de ser de una manera o de otra, desde nuestra biología, pasando por la etapa de la vida en la que estemos, siguiendo por el lugar donde nos toca nacer y acabando por las compañías que nos rodean. Mas que crearnos a nosotros mismos, el mundo nos crea desde que nacemos. 

Teniendo esto en cuenta, ¿hasta donde somos libres para decidir quienes queremos llegar a ser? Si mis padres me influyen, mi colegio me influye, mis amigos me influyen y la sociedad ya ni te cuento, ¿cuando dejo de lado todas influencias y decido ser yo mismo/a? 

Incluso cuando sentimos que decidimos nosotros y nosotras lo que queremos hacer en nuestras vidas, lo hacemos porque algo que hay en nuestra vida nos ha empujado a hacerlo. No es que, de repente, una bombilla se nos haya encendido en la mente y hayamos llegado a la conclusión de que vamos a ser quienes somos contra viento y marea diga lo que diga el mundo. Incluso los detalles mas absurdos nos hacen ser lo que somos, incluso lo mas diminuto nos hace tomar decisiones trascendentales. Y lo dice servidora, que empezó a sentir curiosidad por su amada profesión gracias a un anuncio de la televisión. 

Una de las ideas que nos meten desde pequeños/as en nuestras aún poco ocupadas cabecitas es que nuestro mundo mas cercano es el modelo a seguir. Comparamos sociedades dando por hecho que lo nuestro es lo ideal, aún cuando somos conscientes de que hay cosas por cambiar o por mejorar. Llegamos a la conclusión de que los demás deben imitarnos.

Quiero abrir un espacio de reflexión sobre dos aspectos. En primer lugar, ¿realmente somos libres? ¿Podemos llegar a serlo en algún momento? Teniendo en cuenta todo lo dicho anteriormente, la libertad pura es casi imposible de conseguir. Tenemos la libertad de elegir entre varias opciones, por supuesto, dentro de lo que cabe, siempre hay un margen de actuación, tampoco estamos obligados, como borregos de rebaño, a meternos entre las vallas por miedo a que el perro del pastor nos ladre. 
Pero debemos ser conscientes de que esas opciones rara vez nos llegan por nuestra única y exclusiva acción. Todo lo que nos envuelve dictamina las opciones que se nos van a presentar. 

El segundo aspecto sobre el cual quiero que reflexionemos es la siguiente. Teniendo en cuenta que nosotros y nosotras somos los/as primeros/as que vivimos en un estado de libertad con límites, ¿debemos decidir por los demás que es la libertad? Es mas, ese gesto de decidir como deben ser los demás para ser mas libres, ¿no podría considerarse mas un acto paternalista que una lucha por los derechos del vecino? 

Debemos tener como referentes todos aquellos documentos creados a lo largo de la historia para asegurar que nuestros derechos se cumplen. La Declaración Universal de los Derechos Humanos debe estar por encima de todo, Y, evidentemente, debemos seguir intentando acercar a otras culturas aquello que consideramos mejor para llegar a vivir felices y con un mínimo de bienestar. Pero una vez hecho esto, debemos dejar que las otras personas actúen. Al fin y al cabo, todas las personas tenemos algo en común: todas hemos sido socializadas. Así que tan equivocadas pueden estar las demás como puedo estarlo yo. La razón absoluta no existe. Tan solo conviven en un mismo planeta millones de puntos de vista. 

Mientras haya respeto, mientras haya convivencia, mientras los Derechos Humanos concretados en ese maravilloso documento que he nombrado antes se defiendan, que cada cual viva como el mundo le deje, que total, no hace daño a nadie...

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