jueves, 21 de junio de 2012

La cultura del esfuerzo

Pese a todo, la vida cada vez es mas fácil. Comparamos la vida que tenemos ahora con la de nuestros padres o abuelos, y la diferencia es abismal. Ya no quiero entrar en periodos de guerra y similares. Hablo simplemente de lo que antes se tenia que trabajar para conseguir cualquier cosa.

Desde niños, a las personas se nos inculcaba que, si queríamos algo, había que trabajar duro para ganárselo. Cada logro se celebraba con alegría, porque no llegaba de la nada. Todo era fruto de un esfuerzo considerable.

Cuando llegaban las navidades, los niños recibían uno o dos regalos. Y todos felices como perdices. Cuando el niño o la niña sacaba unas notas extraordinarias, entonces recibía premios, antes no. Incluso si se requería de un esfuerzo económico, el niño realizaba pequeñas tareas para recaudar lo necesario. Nada que ver con lo que se ve ahora.

Hoy en día, tenemos de todo. Los niños tienen cada vez mas juegos y juguetes. Y esa tendencia a la abundancia parece que continua en las siguientes etapas de la vida. Con una diferencia. Cuando se llega a adultos es cuando realmente se empieza a percatar la gente de lo que cuestan las cosas. Eso si, se intentan tener. Y luego viene el mantener, lo mas costoso de todo.

Creo que una de las mayores pérdidas que hemos sufrido la sociedad es esta cultura del esfuerzo, el tener que trabajar duro para conseguir lo que uno desea. No solo hemos vuelto a nuestros niños criaturas caprichosas, perdiendo la cultura del esfuerzo, hemos tirado por la borda una serie de valores. 

En primer lugar, no les estamos enseñando cómo es realmente la vida. Nadie chasquea los dedos y le llueven las alegrías del cielo. Los logros cuestan. Hay que trabajar duro para ganar. Tenemos que enseñar a las nuevas generaciones que si desean algo de verdad, les va a costar conseguirlo, pero lo conseguirán si se esfuerzan. 

Puede que muchos padres no tuvieran la oportunidad de disfrutar de la infancia tan rica que pueden tener sus hijos. Pero si les damos todo lo que no tuvimos, lo que ganamos por un lado haciendo felices a los pequeños durante unos instantes, lo perdemos por el otro, dándoles algo que quizá ni se hayan ganado. 

En segundo lugar, hoy en día se tiene tanto que no se valora nada. Dando tanto hemos provocado una falta de consideración hacia esos objetos obtenidos. Todo se obtiene fácil y en grandes dosis. Antes, el niño debía conformarse con el juguete de las navidades de ese año, y lo utilizaba una y otra vez hasta que conseguía otro juguete nuevo el año siguiente. Ahora no. El niño está rodeado de juguetes. Cada 5 minutos puede cambiar de actividad. Con tanto con lo que jugar, el niño no le saca partido real a ninguna de sus pertenencias. No se encariña de ningún juguete en especial (solo lo hacen con los mas caros y siempre y cuando no saquen nada nuevo por televisión). Y lo que debería resultarnos mas impactante, es capaz de estar sepultado entre juguetes y aburrirse. Antes, eso, nunca ocurría. 

En tercer lugar, les estamos haciendo pensar que, una vez se consigue algo, ya está todo el esfuerzo hecho. Puede que sea muy complicado hacer ver el coste del mantenimiento a un niño a través de sus juegos y juguetes, pero han de ver que, cuando las personas nos hacemos adultas, pasamos de los muñecos a objetos mas valiosos y costosos de mantener. Cuesta tener, pero luego hay que mantener. 

Por último, pero no menos importante. Les estamos negando a las nuevas generaciones la gran satisfacción que supone conseguir algo a través de sus propios esfuerzos. Hacer que los niños y niñas consigan algo mediante su trabajo les ayuda a tener mas autoestima y a creerse mas capaces de conseguir aquello que se proponen pese a que suponga un gran esfuerzo. Les negamos la felicidad que suponen los verdaderos logros. 

El progreso está suponiendo por otro lado la pérdida de algunos valores. Si el mundo progresa, nunca debería hacerlo a costa de los pilares de la sociedad. Hagamos que nuestras generaciones venideras disfruten de una vida cada vez mas digna, pero no les neguemos la oportunidad de luchar por ello. 

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