viernes, 8 de junio de 2012

GRANDES PRINCESAS DE LA HISTORIA: Flora Tristán


"Una tarde de septiembre de 1838, tras permanecer días y días al acecho, un hombrecillo llamado André Chazal disparó en París contra su esposa. La mujer se desplomó en la acera gravemente herida: Flora Tristán era por fin libre". 

La Historia Oficial poco o nada suele ocuparse de rebeldías indoblegables, de pensamientos audaces y de mujeres libres, mucho menos de alguien que reuna con plena consecuencia esas tres condiciones. Ese es el caso de ésta extraordinaria mujer, que al no poder ser ignorada, ha querido reducirse a un plano puramente anecdótico, a la categoria de tema de disertaciones eruditas, y poco más. Cuando lo cierto es que sus lucidas ideas, sus propuestas de acción y su ejemplo vital siguen teniendo pleno valor para quienes aspiramos a la libertad e igualdad reales.
 
Flora Tristán nació en París el 7 de abril en 1803, en plena época napoleónica. Fue hija del aristócrata Marino Tristán y Moscoso (quien no la reconoció legalmente), coronel peruano de la armada española y de la francesa Anne Laisney, que vivió emigrada en España. 

Durante los primeros años de su vida, Flora no se vio privada de nada y creció en un hogar siempre concurrido por visitas del nivel de Simón Bolívar y su maestro Simón Rodríguez. 

La muerte de su padre cuando Flora sólo tenía 4 años sume a la familia en la pobreza. El estado francés revolucionario no reconoce a la viuda ni a los hijos negándoles cualquier bien o derecho. 

Por este motivo, Flora comienza a trabajar como obrera en un taller de litografía. Con apenas 17 años, huyendo de la miseria y sometida a la presión materna, acepta casarse con el propietario de ésta, André Chazal, y tiene tres hijos, uno de ellos, Aline, será la futura madre del tan conocido pintor Paul Gaugin. 

Decepcionada de un matrimonio lleno de celos y malos tratos, comienza a trabajar como criada de una familia inglesa, por lo que debe viajar a Inglaterra. Se inicia entonces una lucha legal y personal por la custodia de los hijos que duraría 12 años. 

Sus amargas vivencias despiertan en ella un pensamiento y una actitud revolucionaria que la convierte en la precursora del movimiento feminista. Viaja por varios países donde realiza trabajos de toda clase, es en éste momento cuando toma conciencia de su condición de "paria". 

En 1833 decide viajar a Perú con el fin de reclamar su herencia paterna y esclarecer todo lo relacionado con su situación familiar, empresa que se vio frustrada por las constantes negativas de su tío paterno, Juan Pío. De todo ello, solamente consiguió una escasa pensión mensual. 

La etapa que pasa en Perú, donde asiste a la guerra civil y ve la gran diferencia entre las distintas clases sociales, será significante para el futuro de Flora: se convierte en defensora declarada de los derechos y libertades de la clase obrera y de la mujer. 

Las persecuciones de su marido continúan, hasta el punto de recibir un disparo que casi la asesina, dejándola mal herida. Finalmente es condenado a veinte años de trabajos forzados, y ella consigue liberarse de él.

Esa vivencia personal será sin duda un estimulo para que afloren un pensamiento y una acción que serán referencia importante para el movimiento feminista, pues es figura de excepción que denuncia con la más sentida sensibilidad los padecimientos de la mujer de su tiempo, planteando reivindicaciones que siguen siendo actuales.

Aquella mujer cuya belleza y talento encandilaban a literatos y periodistas, profundiza su compromiso activo con las luchas sociales más radicales de entonces, en primer lugar por la emancipación real de la mujer y de la clase obrera, pero también contra la pena de muerte, contra el oscurantismo religioso, contra la esclavitud y muchas otras causas, destacando siempre por su dedicación plena e ideas agudas.

A raíz de un viaje a Londres, donde Flora consigue penetrar en la cámara de los lores disfrazada de hombre y donde entra en contacto directo con los obreros que malviven en una sociedad que les da la espalda, decide dedicar sus esfuerzos en un futuro sobre todo a la clase obrera: antes de empezar a gestarse las ideas de Marx y Engels, viaja por toda Francia dando apoyo a los trabajadores de su país. 

Como presintiendo la muerte cercana, los dos años postreros de Flora Tristan son de plenitud en labor y pensamiento, siendo una imaginativa influencia que se percibe aún en los poco románticos textos de Karl Marx, que la conoce en esos días. Es entonces cuando escribe "La Unión Obrera" (publicada en 1843) y "La Emancipación de la Mujer" (inédita hasta 1846), obras que marcan su madurez intelectual y política; además, emprende por toda Francia la tarea de organizar esa Unión Obrera que recogia la experiencia inglesa de las Trade Unions, aunque con un énfasis internacionalista y socialista radical que hacen justa la apreciación de quienes ven en ella la olvidada y gran precursora de la I Internacional.

El mismo Karl Marx afirmó que Flora Tristán era “una precursora de altos ideales nobles”. 

Fallece víctima del tifus con solo 41 años, dejándonos plasmadas sus ideas y sus vivencias en su prolífica obra, de la cual destacan ''Peregrinaciones de una paria'', ''Paseos en Paris'', ''Selección de Cartas'', una recopilación de cartas del ''Libertador Simón Bolívar'', ''Unión Obrera'' así como otros dos libros a favor del divorcio.

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