martes, 23 de octubre de 2012

Acabado en letra A

El lenguaje, ese gran olvidado a la hora de hablar de feminismo. Cuando buscamos la igualdad, echamos mano de la lucha pura y dura por los derechos civiles, salimos a la calle e introducimos a los hombres en casa, buscamos mejores puestos de trabajo, mejores sueldos. Pero nadie piensa en el lenguaje. 

Hablamos lenguas totalmente masculinizadas. Todo acaba en o, nada acaba en a. Cierto es que poco a poco se van creando acciones que abordan la cuestión del lenguaje, tratando de hacerlo mas neutro, de incluirnos a todos y a todas. Pero no suele ser un factor que tengamos en cuenta. Incluso las personas mas involucradas en la lucha por la igualdad reconocen abiertamente que les cuesta especialmente hablar de forma igualitaria. 

Hace unos días lo hablaba con un amigo. Él me preguntaba sobre mi máster. Me preguntó si me consideraba feminista. Yo asentí y él me miró con evidente asombro (algo normal, feminismo y hembrismo se suelen confundir). Y luego me quiso poner un ejemplo. Me decía que él, cuando hablaba, lo hacía en masculino. Pero que no lo hacía por ser machista, solo lo hacía porque lo consideraba mas correcto, pero que no excluía a las mujeres. 

Analicemos. ¿Deberíamos considerar la masculinización del lenguaje como uno de los frutos del patriarcado y por lo tanto, un hecho totalmente machista? ¿O calificarlo de machista sería ir demasiado lejos? En un principio contesté que no me parecía machista, el término me parecía excesivo, pero empiezo a plantearme lo contrario...

Pero por lo visto, combatir este tipo de machismo tiene sus riesgos. En clase se ha planteado una cuestión como mínimo curiosa: revisando una sentencia sobre discriminación indirecta, hemos leído que feminizar un término masculino puede considerarse discriminación oculta, ya que ese término masculino supone una exclusión del término neutral que nos incluiría a todos y todas, así que tratar de feminizarlo supondría lanzar una cortina de humo y silbar mirando hacia otro lado.

¿Y esto mismo no podría aplicarse a cualquier cosa? ¿Qué diferencias hay entre feminizar el lenguaje y feminizar, por ejemplo, el ámbito laboral? Igualmente se producen situaciones de desigualdad que hay que combatir. ¿Estamos condenadas las mujeres a echarnos piedras sobre nuestro tejado hagamos lo que hagamos? 

Debe ser cosa de la subjetividad. Todo depende de los ojos con los que se mire. Para unas será un logro, para otras, tan solo un parche que tapa parcialmente el gran problema. 

Esa sí que será nuestra eterna batalla. Cada mujer somos un mundo. Al igual que cuando hablamos de hacer de este mundo un lugar mejor cada uno lo define de forma distinta, las mujeres estamos destinadas a vivir en un mundo siempre desigual. Puede que cada vez menos, pero siempre desigual. Siempre habrá parcelas olvidadas y menos valoradas. Parcelas olvidadas como la del lenguaje. Seguiremos sin escribir nuestras victorias acabando en letra A. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario