jueves, 9 de agosto de 2012

Del progreso a la regresión

Corea del sur, uno de los países mas competitivos del mundo. Cuentan con muchos de los mejores profesionales del mundo. Tras la guerra con Corea del Norte, se decidió utilizar la educación como motor económico. Buena idea la de educar mas y mejor a sus muchachos, no? 

Pues bien, algo ha fallado. La principal causa de muerte entre los jóvenes estudiantes sur-coreanos es el suicidio. Cerca de 150 estudiantes se quitan la vida a lo largo del año. En épocas de exámenes, el número de suicidios se llega a multiplicar por 5. Y ningún joven manifiesta ser feliz. 

Las jornadas de estos niños y niñas es una auténtica maratón. Desde las 8 de la mañana hasta las 22 horas se dedican únicamente a estudiar. Apenas tienen media hora para comer tras las clases antes de ponerse en marcha hacia la academia. Los comedores están preparados para que el momento de alimentarse sea lo mas breve posible. Cuando finalizan su larga jornada, llegan a casa, cenan solos con sus padres ya en la cama y tras hacer los deberes, duermen entre 4 y 5 horas. Y vuelta a empezar. 

La competitividad es la base de la vida en Corea del Sur. Si no son los mejores, la vida pierde su sentido. Viven bajo la presión continua de tener que superar constantemente a sus compañeros. Dejan la felicidad para el futuro, cuando hayan accedido a una buena universidad que les garantice brillar y destacar en su campo. 

Comparemos a España con Corea del Sur. Estamos hablando de un país que ha utilizado la educación como arma para combatir los devastadores resultados de una guerra. Ha invertido todo y más en el progreso y el crecimiento de su pueblo. Pero se ha olvidado de la felicidad de sus habitantes, el tiro les ha salido por la culata. Luego estamos nosotros, posiblemente mas felices (bueno, quizá cuando la crisis termine), pero somos el hazmerreir de Europa en cuanto a educación se refiere. Y cada vez lo seremos mas, porque nuestros gobernantes han decidido no invertir en mejorar la enseñanza, todo lo contrario, parece sobrarles. Y todos aquellos afortunados que han podido recibir una buena educación y convertirse en los mejores están haciendo las maletas para huir al extranjero. 

¿Que tal una combinación entre un país y otro? La educación es fundamental para que los países progresen y avancen. Es imprescindible formar a nuestras gentes para que puedan aportar todas las mejoras posibles a este mundo que parece irse a pique. Pero sin renunciar a la felicidad. 

Hay muchos países, un ejemplo, Finlandia, que destacan por sus sistemas educativos, y no parece que su población demuestre insatisfacción. Posiblemente su modelo cortado y pegado no nos sirva. Cada país vive en un contexto diferente, con un tipo diferente de alumnado, con otros recursos, otra historia... Pero si los resultados son positivos en un lugar, hay que encajar las piezas del puzzle para conseguir ser similares a ellos. 

La educación es vida, y la vida debe ser felicidad. No antepongamos la competitividad al simple placer de aprender. Vamos a intentar ser los mejores pero luchando contra nosotros mismos y no contra los demás. Sustituyamos la competición por la cooperación. 

Y sobre todo, no olvidemos que los niños son precisamente eso, niños. Tienen que estudiar y labrarse un futuro, pero deben jugar y divertirse. Deben disfrutar de sus familias. Necesitan alimentarse bien y dormir lo suficiente para crecer fuertes y sanos. 

Corea del Sur es un ejemplo claro de cómo se puede hacer de algo muy positivo algo totalmente negativo. De hecho, se empiezan a plantear bajar su nivel de educación para asegurar la felicidad de sus niños y niñas. A veces intentamos ir hacia adelante y cogemos tanto ímpetu, que solo conseguimos rebotar y volver hacia atrás. 

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