viernes, 22 de junio de 2012

GRANDES PRINCESAS DE LA HISTORIA: Frida Kahlo


Nació en Coyoacán, al sur de la Ciudad de México, el 6 de julio del 1907. A pesar de ello, Frida decía haber nacido en 1910, año del inicio de la Revolución Mexicana: "Nací con la Revolución" , porque quería que su vida comenzara con el México moderno. Este detalle nos muestra su singular personalidad, caracterizada desde su infancia por un profundo sentido de la independencia y la rebeldía contra los hábitos sociales y morales ordinarios, movida por la pasión y la sensualidad. Orgullosa de su mexicanidad y de su tradición cultural, se enfrentó a la reinante penetración de las costumbres estadounidenses, todo ello mezclado con un peculiar sentido del humor y una enorme fuerza de voluntad. Lo que no sabìa es que la revolución la gestaría ella misma en el ámbito de la pintura.

Frida fue la tercera hija de Guillermo Kahlo, fotógrafo de origen germano-húngaro, de religión judía con su segunda esposa, la mexicana Matilde Calderón y González, de ascendencia española e indígena de religión católica. Sus dos hermanas mayores fueron Matilde y Adriana; después de ellas nació el único hijo varón de la familia, el cual sobrevivió apenas unos días. Cuando Frida tenía apenas once meses, en junio de 1908 nace su hermana menor, Cristina, su constante compañera y la única de las hermanas Kahlo en dejar descendencia. Además de ellas, Frida tuvo tres medio-hermanas mayores: María Luisa, la mayor, una segunda hermana fallecida nada más nacer y Margarita, todas nacidas del primer matrimonio de su padre con María Cardeña (llamada también Cerdeña en algunas fuentes), fallecida en el parto de Margarita en 1898.

Sin embargo, de acuerdo al estudio de Gaby Franger y Rainer Huhle, formaba parte de la leyenda, no pocas veces instigada por la propia Frida, que Guillermo Kahlo tuviera raíces húngaras o judías. Estos autores sostienen que probablemente el fotógrafo nació en Pforzheim, pequeña ciudad del estado de Baden-Wurtemberg y que sus abuelos y resto de antepasados pertenecieron a la burguesía local y eran de religión luterana.

Su vida quedó marcada por el sufrimiento físico que comenzó con la poliomielitis que contrajo en 1913 y continuó con diversas enfermedades, lesiones, accidentes y operaciones. Esta primera enfermedad le dejó una secuela permanente: la pierna derecha mucho más delgada que la izquierda.

En 1922 entró en la Escuela Nacional Preparatoria de Ciudad de México, la más prestigiosa institución educativa de México, la cual empezaba por primera vez a admitir chicas como alumnas. Allí sus travesuras la convirtieron en la cabecilla de un grupo mayoritariamente formado por chicos rebeldes con los que realizó innumerables trastadas en la escuela teniendo generalmente como víctimas a sus profesores. Fue precisamente en esta escuela donde entraría en contacto con su futuro marido, el conocido muralista mexicano Diego Rivera, a quien le había sido encargado pintar un mural en el auditorio de la escuela.

En 1925 aprendió la técnica del grabado con Fernando Fernández Domínguez. El 17 de septiembre de ese mismo año un accidente de tranvía la dejó con lesiones permanentes debido a que su columna vertebral quedó fracturada y casi rota, así como diversas costillas, cuello y la pelvis, su pie derecho se dislocó, su hombro se descoyuntó y un pasamanos le atravesó el vientre, introduciéndosele por el costado izquierdo. La medicina de su tiempo la torturó con operaciones quirúrgicas (32 a lo largo de su vida), corsés de distintos tipos y diversos mecanismos de "estiramiento".

El aburrimiento que le provocaba su postración la llevó a empezar a pintar: en 1926, todavía en su convalecencia, pintó su primer autorretrato, el primero de una larga serie en la cual expresará los eventos de su vida y sus reacciones emocionales ante los mismos. La mayoría de sus pinturas las realizará estirada en su cama y en el baño. Sin embargo su gran fuerza y energía por vivir le permitieron una importante recuperación.
Tras esa recuperación, que le devolvió la capacidad de caminar, una amiga íntima la introdujo en los ambientes artísticos de México donde se encontraban, entre otros, la conocida fotógrafa, artista y comunista Tina Modotti y el futuro marido de Frida Diego Rivera.

La artista contrajo matrimonio con Rivera el 21 de agosto de 1929. Su relación consistió en amor, aventuras con otras personas, vínculo creativo, odio y un divorcio en 1939 que solamente duró un año.

Poco después de su divorcio con Diego Rivera, Frida Kahlo terminó un autorretrato constituido de dos personalidades: Las Dos Fridas. Con este cuadro, asimila la crisis marital, a través de la separación entre la Frida en traje de tehuana, el favorito de Diego, y la otra Frida, de raíces europeas, la que existió antes de su encuentro con él. Los corazones de las dos mujeres están conectados uno al otro por una vena, la parte europea rechazada de Frida Kahlo amenaza con perder toda su sangre.
Al matrimonio lo llegaron a llamar la unión entre ''un elefante y una paloma'', pues Diego era enorme y obeso mientras que ella era pequeña y delgada. Por otra parte; Frida, debido a sus lesiones, nunca pudo tener hijos, cosa que tardó muchos años en aceptar.

A pesar de las aventuras de Diego con otras mujeres (que llegaron a incluir a la propia hermana de la pintora), ayudó a Frida en muchos aspectos. Él fue quien le sugirió a Frida que vistiera con el traje tradicional mexicano consistente en largos vestidos de colores y joyería exótica. Esto, junto a su semblante cejijunto, se convirtió en su imagen de marca. Él amaba su pintura y fue también su mayor admirador. Frida, a cambio, fue la mayor crítica de Diego.

La creciente reputación de Rivera en los Estados Unidos los llevó entre 1931 y 1934 a pasar la mayor parte del tiempo en Nueva York y Detroit.
Entre 1937 y 1939 el revolucionario ucraniano León Trotsky vivió exiliado en su casa de Coyoacán junto a su mujer. Allí tendrá un romance con el líder comunista para, tras su asesinato a manos del miembro de la NKVD estalinista Ramón Mercader, ser acusada como autora del mismo. Esto la llevó a estar arrestada pero finalmente fue dejada en libertad al igual que su marido.

En 1938 el poeta y ensayista del surrealismo André Bretón califica su obra de surrealista en un ensayo que escribe para la exposición de Kahlo en la galería Julien Levy de Nueva York. No obstante, ella misma declara más tarde: "Creían que yo era surrealista, pero no lo era. Nunca pinté mis sueños. Pinté mi propia realidad".
En 1939 expone en París en la galería Renón et Collea gracias a Bretón. Su estancia en la capital francesa la llevó a relacionarse con el pintor malagueño Picasso y a aparecer en la portada del Vogue francés. Por entonces Frida era conocida en el mundo entero. A partir de 1943 dio clases en la escuela La Esmeralda del México D.F.
En la primavera de 1953 la Galería de Arte Contemporáneo de esta misma ciudad le organizó, por primera vez, una importante exposición. La salud de Frida era muy mala por entonces y los médicos le prohibieron el asistir a la misma. Minutos después de que todos los invitados se encontraran en el interior de la galería se empezaron a oír sirenas desde el exterior. La muchedumbre enloquecida se dirigió al exterior, allí estaba una ambulancia acompañada de una escolta en motocicleta. Frida Kahlo había sido llevada a su exposición en una cama de hospital. Los fotógrafos y los periodistas se quedaron impresionados. Ella fue colocada en el centro de la galería. La multitud fue a saludarla. Frida contó chistes, cantó y bebió la tarde entera. La exhibición había sido un éxito rotundo.

Ese mismo año le tuvieron que amputar la pierna por debajo de la rodilla debido a una infección de gangrena. Esto la sumió en una gran depresión que la llevó a intentar el suicidio en un par de ocasiones. Durante ese tiempo, debido a que no podía hacer mucho, escribía poemas en sus diarios, la mayoría relacionados con el dolor y remordimiento.

Murió en Coyoacán. No se realizó ninguna autopsia. Fue velada en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México y su féretro fue cubierto con la bandera del Partido Comunista mexicano, un hecho que fue muy criticado por toda la prensa nacional. Su cuerpo fue incinerado y sus cenizas las alberga la Casa Azul de Coyoacán, lugar que la vio nacer.

Las últimas palabras en su diario fueron: "Espero alegre la salida y espero no volver jamás".

A los cuatro años de su muerte, la Casa Azul se convirtió en el Museo Frida Kahlo.
Varios museos le han dedicado retrospectivas: el Instituto Nacional de Bellas Artes del ciudad de México (1977), el Museo de Arte Contemporáneo de Chicago (1980), la Whitechapel de Londres (1982), la Tate Modern de Londres (2007) y el Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey (2007).

jueves, 21 de junio de 2012

La cultura del esfuerzo

Pese a todo, la vida cada vez es mas fácil. Comparamos la vida que tenemos ahora con la de nuestros padres o abuelos, y la diferencia es abismal. Ya no quiero entrar en periodos de guerra y similares. Hablo simplemente de lo que antes se tenia que trabajar para conseguir cualquier cosa.

Desde niños, a las personas se nos inculcaba que, si queríamos algo, había que trabajar duro para ganárselo. Cada logro se celebraba con alegría, porque no llegaba de la nada. Todo era fruto de un esfuerzo considerable.

Cuando llegaban las navidades, los niños recibían uno o dos regalos. Y todos felices como perdices. Cuando el niño o la niña sacaba unas notas extraordinarias, entonces recibía premios, antes no. Incluso si se requería de un esfuerzo económico, el niño realizaba pequeñas tareas para recaudar lo necesario. Nada que ver con lo que se ve ahora.

Hoy en día, tenemos de todo. Los niños tienen cada vez mas juegos y juguetes. Y esa tendencia a la abundancia parece que continua en las siguientes etapas de la vida. Con una diferencia. Cuando se llega a adultos es cuando realmente se empieza a percatar la gente de lo que cuestan las cosas. Eso si, se intentan tener. Y luego viene el mantener, lo mas costoso de todo.

Creo que una de las mayores pérdidas que hemos sufrido la sociedad es esta cultura del esfuerzo, el tener que trabajar duro para conseguir lo que uno desea. No solo hemos vuelto a nuestros niños criaturas caprichosas, perdiendo la cultura del esfuerzo, hemos tirado por la borda una serie de valores. 

En primer lugar, no les estamos enseñando cómo es realmente la vida. Nadie chasquea los dedos y le llueven las alegrías del cielo. Los logros cuestan. Hay que trabajar duro para ganar. Tenemos que enseñar a las nuevas generaciones que si desean algo de verdad, les va a costar conseguirlo, pero lo conseguirán si se esfuerzan. 

Puede que muchos padres no tuvieran la oportunidad de disfrutar de la infancia tan rica que pueden tener sus hijos. Pero si les damos todo lo que no tuvimos, lo que ganamos por un lado haciendo felices a los pequeños durante unos instantes, lo perdemos por el otro, dándoles algo que quizá ni se hayan ganado. 

En segundo lugar, hoy en día se tiene tanto que no se valora nada. Dando tanto hemos provocado una falta de consideración hacia esos objetos obtenidos. Todo se obtiene fácil y en grandes dosis. Antes, el niño debía conformarse con el juguete de las navidades de ese año, y lo utilizaba una y otra vez hasta que conseguía otro juguete nuevo el año siguiente. Ahora no. El niño está rodeado de juguetes. Cada 5 minutos puede cambiar de actividad. Con tanto con lo que jugar, el niño no le saca partido real a ninguna de sus pertenencias. No se encariña de ningún juguete en especial (solo lo hacen con los mas caros y siempre y cuando no saquen nada nuevo por televisión). Y lo que debería resultarnos mas impactante, es capaz de estar sepultado entre juguetes y aburrirse. Antes, eso, nunca ocurría. 

En tercer lugar, les estamos haciendo pensar que, una vez se consigue algo, ya está todo el esfuerzo hecho. Puede que sea muy complicado hacer ver el coste del mantenimiento a un niño a través de sus juegos y juguetes, pero han de ver que, cuando las personas nos hacemos adultas, pasamos de los muñecos a objetos mas valiosos y costosos de mantener. Cuesta tener, pero luego hay que mantener. 

Por último, pero no menos importante. Les estamos negando a las nuevas generaciones la gran satisfacción que supone conseguir algo a través de sus propios esfuerzos. Hacer que los niños y niñas consigan algo mediante su trabajo les ayuda a tener mas autoestima y a creerse mas capaces de conseguir aquello que se proponen pese a que suponga un gran esfuerzo. Les negamos la felicidad que suponen los verdaderos logros. 

El progreso está suponiendo por otro lado la pérdida de algunos valores. Si el mundo progresa, nunca debería hacerlo a costa de los pilares de la sociedad. Hagamos que nuestras generaciones venideras disfruten de una vida cada vez mas digna, pero no les neguemos la oportunidad de luchar por ello. 

martes, 19 de junio de 2012

Ellos

No voy a hablar hoy de mí. No voy a hablar de nosotras. Hoy quiero hablar de ellos. En el mundo no solo habitamos millones de princesas imperfectas, también convivimos con príncipes imperfectos. A lo largo de toda la historia, por culpa del patriarcado, las mujeres hemos sufrido discriminación, prejuicios y una posición inferior a la del hombre. Pero creo que, para muchos hombres, la mayoría de ellos con una opinión mas cercana a la igualdad de oportunidades entre sexos que a la diferenciación, el mundo tampoco ha sido demasiado justo. Ser mujer nos ha costado sangre, sudor y lágrimas, pero el papel del hombre, en muchos casos, tampoco ha debido ser fácil. 

Sobre ellos caen multitud de estereotipos, a cual de todos mas falso. Por ejemplo, ese famoso mito de que los hombres nunca lloran. Si nadie me muestra estudios científicos que me demuestren lo contrario, hasta la fecha, mostrar los sentimientos y emociones es una acción válida para todo ser humano, seas mujer u hombre. Los hombres también sufren, también sienten dolor, en su vida diaria ocurren desgracias. ¿Por qué no van a poder llorar? ¿Por qué no van a poder mostrar su dolor? Se unen las lágrimas a la debilidad. Culturalmente, hemos decidido que el hombre debe ser fuerte, por lo tanto, que sus ojos se empañen de lágrimas rompe todos los esquemas. El hombre no está obligado a ser fuerte, puede flaquear al igual que la mujer. Además, las lágrimas no son sinónimo de debilidad, son solo una muestra de que, en ese momento, se está sufriendo, aunque luego se tenga la completa capacidad de seguir adelante. 

Hablando de debilidad. Hablando de la fortaleza del hombre. Se nos ha dicho que ellos son los protectores y nosotras las protegidas. Buscar el amor de un hombre es buscar esos fuertes brazos que nos envuelvan y nos hagan sentir que nada ni nadie nos puede hacer daño. ¿Por qué no invertir el orden? ¿Por qué no invertir los deseos de uno y otra? ¿Por qué no dejar que el hombre busque seguridad en nosotras y ser nosotras las que les hagamos sentirse inmunes a todo mal? El miedo es inherente a la raza humana. Todos tenemos miedo a algo, todos nos asustamos en algún momento. Si el miedo va tan unido a todos/as nosotros/as como si de nuestra sombra se tratara, ¿por qué un hombre no puede querer huir de esa inquietante sensación de la misma forma que lo hacemos las mujeres? Nosotras protegemos a nuestros hijos, se sienten mucho mejor cuando mamá está cerca, ¿por qué un hombre no puede sentir lo mismo? Nada nos dice que los hombres sean invencibles y nosotras no sepamos protegerles, es tan solo una absurda construcción cultural. 

Los hijos. Esos pequeños, asunto de mamá. Hace ya unos años, vi en televisión, en un documental, a un hombre dándole el pecho a su hijo. Lo hacía gracias a un artilugio que simulaba las mamas de la madre. Se decía que el momento de darle el pecho al bebé es un momento muy íntimo y hermoso del que el hombre no puede disfrutar de forma natural. Utilizar ese invento les ayudaba a poder vivir ese momento de una forma similar a como lo hacemos las madres. Parece que la crianza de los hijos sea cosa nuestra, el hombre se limita a ser el dueño y señor del hogar, que debe ser servido y atendido, en agradecimiento por haber traído un sueldo a casa. ¿Y si le damos la vuelta a los papeles? Que bonito es cuando un padre llega a casa y lo primero que hace es lanzarse al suelo a jugar con sus niños. Cuando les baña, antes de cenar. Cuando les lee un cuento, los arropa y les da un beso antes de dormir. El hombre no ha nacido para esquivar la ternura. Un hombre puede ser tan cariñoso como una mujer. Además, un hijo es la personita a la que mas se puede llegar a querer en el mundo, y ese amor no está hecho solo para nosotras. Ellos también aman a sus hijos, y tienen la misma necesidad de mostrar ese amor que nosotras. 

Ahora que lo pienso, creo que me he adelantado. Porque claro, antes de poder disfrutar de la seguridad de la mujer y de tener hijos con ella, habrá que atraerla. Y he aquí otra idea errónea. Al igual que a nosotras nos hacen creer que siendo auténticos espaguetis vamos a atraer a multitud de hombres, a ellos también les han vendido la moto con ese tema. Para atraer a las mujeres, tienen que ser un saco de músculos de gimnasio, perfectamente depilado. Mujeres del mundo, ¿a cuantas os parecen sexys los croissants con patas? Si con tanto músculo, apenas pueden arrimarse los brazos al cuerpo, ¡como para abrazarnos a nosotras! Además, es gracioso. Estoy convencida de que, a la hora de crear estas ideas preconcebidas sobre cómo es el hombre o la mujer ideal en cuanto a físico se refiere, no han preguntado a gente de la calle. Estoy convencida de que mas de un hombre y de dos desea mas a una mujer con carne de donde cogerse que a una mujer-palillo. Y a nosotras nos pasa lo mismo, seguro que mas de una y mas de dos preferimos a un hombre normal y corriente que al típico cachas. 

Me vuelvo muy pesada cuando habló de las imperfecciones naturales del ser humano. Pero no me cansaré de repetirlo, porque es una verdad como un templo. La raza humana viene defectuosa de fábrica, y es lo mas normal, natural y hermoso del mundo tener imperfecciones. La perfección no existe, y si existiera, que aburrida sería. Las mujeres somos princesas, imperfectas, pero princesas por encima de todo. Los hombres igual. Son príncipes, pero no los que nos venden en las típicas películas Disney. Son príncipes imperfectos, con miedos, con ganas de amar, con debilidades, con barriguita. Sus brazos están mas hechos para abrazar con ternura que para levantar pesas. 

Creo que, cuando buscamos a nuestro príncipe, el erro no lo cometemos al buscarlo, sino al pensar que va a ser perfecto. No lo son, nadie lo es. Pero ahí esta la magia del cuento, en saber aceptarse tal y como se es, en saber amar todas esas virtudes que se tienen y en saber aceptar y convivir con los defectos. Las personas somos mas hermosas de lo que el mundo nos vende. Solo es cuestión de cerrar las revistas de moda, apagar la televisión y mirarnos al espejo, para conocernos mejor. 

viernes, 15 de junio de 2012

GRANDES PRINCESAS DE LA HISTORIA: Florence Nightingale


Florence Nightingale, OM (Florencia, Gran Ducado de Toscana, 12 de mayo de 1820 - Londres, 13 de septiembre de 1910), británica, es considerada una de las pioneras en la práctica de la enfermería. Se le considera la madre de la enfermería moderna y creadora del primer modelo conceptual de enfermería. Destacó desde muy joven en la matemática, aplicando después sus conocimientos de estadística a la epidemiología y a la estadística sanitaria. Fue la primera mujer admitida en la Royal Statistical Society británica, y miembro honorario de la American Statistical Association.

jueves, 14 de junio de 2012

Romanticismo perjudicial

Llega de nuevo el verano, y con ello, mucho tiempo libre en el que se pueden hacer miles de cosas. Una de ellas, por ejemplo, ir al cine. Estoy convencida que uno de los grandes éxitos cinematográficos de este año va a ser "Tengo ganas de ti". 

Los libros fueron devorados por montones de lectoras, y todas las chicas salieron encantadas de las salas de cine cuando se proyectó "A tres metros sobre el cielo". Además, esas películas cuentan con un factor clave: un chico muy guapo y muy malo. Reconozcamos que la maldad nos pone tontas, las cosas como son. 

Pero la verdad, cuando leí el libro, yo solo conseguí enfadarme. Y cuando vi la película, estuve de morros y criticando por lo bajo hasta que terminó. Admito que necesito añadirle mas romanticismo a mi vida, que me estoy volviendo muy seca. Pero que le voy a hacer, la racionalidad a veces manda sobre este pequeño corazoncito. Y no me parece nada sano enamorarte de una persona que te aleja de todo aquello que te conviene. 

Recordemos un poco la historia: chica de familia bien con posibilidades de tener un gran futuro, se cruza con un vándalo que de caballero tiene bastante poco y tras varios encuentros se acaban enamorando, pasando por encima incluso de la ley. 

Llamadme rarita, pero ¿qué puedo verle yo a un hombre que, lo primero que hace al conocerme, es meterme bajo una ducha estando vestida y todo? ¿cómo me puedo fijar en alguien que se ríe de mi cuando me ve rebozada en estiércol? ¿tienen algo digno de mención un grupo de chicos que se dedicas a poner en peligro la vida de sus chicas? 

El chico la empapa, pero que guapo es Mario Casas...El chico se burla, pero que bueno está Mario Casas...El muchacho no conoce la palabra "legalidad",pero cómo me pone Mario Casas...Detrás de esa cara bonita, incluso puede haber un corazón, pero las nubes negras de su personalidad rebelde son demasiado espesas como para dejar pasar algún rayito de luz. 

Pienso en esta película, y me recuerda un poco a las películas Disney. Desobedece a tu familia, abandona tu talento y tus dones, haz todo lo que sea necesario para estar con él, sea cual sea el precio a pagar mas tarde. Pero para colmo, en el caso de esta película, no es precisamente un trato de princesa lo que recibe la muchacha. Lo cual me hace entender aún menos cómo puede fijarse una en chicos así. 

Y nosotras, espectadoras soñadoras, lo vemos de lo mas romántico. Después de hora y media de película, de ser perseguidos por la policía, de haber tenido mil y una broncas con los padres, de haberse jugado el cuello y la vida, el chico suelta una frase romántica (en pleno polvo, por cierto) y todas suspiramos, como si nos lo hubiera dicho a nosotras. 

No sé si preocuparme al pensar que, a día de hoy, siendo mujeres modernas, independientes, con posibilidades de llegar muy alto y viviendo en una sociedad que lucha contra la violencia de género y a favor de la igualdad entre sexos, aún nos volvemos locas al ver películas así. Películas que, tras ese velo de amor aventurero, de pasión desenfrenada, hay una chica que podría comerse el mundo por mérito propio, pero por un chico, deja pasar esa oportunidad. 

La pasión es buena, el amor, por supuesto, y ser mala, puede resultar sano de vez en cuando. La maldad, como el alcohol, con moderación. Podemos portarnos mal, pero sin lanzar por la borda toda nuestra vida. Un consejo, mujeres del mundo: por muy bueno que sea el sexo, no os juguéis la vida por ello. 

Portaos mal, sed malas, buscad a ese hombre que os aporte esa pizca de locura tan fundamental para la vida. Pero no desperdiciéis vuestro futuro por ello. Amad a ese hombre, pero nunca dejéis de amaros a vosotras mismas. Aunque la locura sea la sal de la vida, hay que permanecer cuerdas para que la vida no se pase de salada y nos la podamos comer. 

martes, 12 de junio de 2012

Lo que diga la tele, va a misa

Por si algún pobre despistado no se ha dado cuenta, ha empezado la Eurocopa. Aunque nuestro maravilloso país sea duramente criticado una y otra vez por nuestra gran habilidad controlando la situación económica, de repente levantamos la cabeza, nos volvemos a sentir orgullosos de ser de donde somos y cantamos a voz en grito aquello de "Yo soy español, español,español" bajo riesgo de diluvio universal. 

Un gol, un soplo de aire fresco. Encendemos la televisión, ponemos los telediarios y todo son malas noticias. Y como si no fuera suficiente con el panorama nacional, nos cuentan todas las desgracias habidas y por haber del resto del mundo. Cuando no es un suicida que se ha llevado por delante a varias mujeres y niños, es una catástrofe natural que ha hecho volar la mitad de las casas de las personas mas pobres de algún país asiático. Ya lo dice el dicho, a perro flaco, todo son pulgas. 

Pero no pasa nada, el fútbol ya está aquí, dispuesto a distraer nuestra atención durante unos días, para que no pensemos en nada que nos pueda hacer llorar. Eso si, mas vale que ganemos, porque si no, menudo aterrizaje forzoso a la realidad. 

Han dicho y dicen que los medios de comunicación son una ventana al mundo. Pero comienzo a dudar de que ese mundo que nos enseñan sea el mundo real. Algo me hace sospechar de que me falta algo, alguna pieza. No me acaba de cuadrar lo que veo y oigo. 

Si no recuerdo mal, algo pasó en Haití. Si la memoria no me falla, murió mucha gente, y la que consiguió sobrevivir, se quedó sin nada. He oído por ahí que, a día de hoy, aun no han conseguido reconstruir gran cosa, y quienes perdieron a sus seres queridos, les siguen llorando. 

Acaba de venirme otro recuerdo a la mente. Creo que también sucedió algo en Lorca, muy cerca de nosotros/as. Muchas casas se vinieron abajo, dejando a muchas familias sin hogar. Y si las malas lenguas no han intentado engañarme, creo que tampoco anda muy bien la reconstrucción de sus casas. 

Haití, Lorca, Estados Unidos, el sureste asiático...Siguen formando parte del mundo, siguen siendo una pequeña parte de ese paisaje que nos debería enseñar la televisión, esa gran ventana al mundo. ¿Y por qué, pasado un tiempo, nadie se acuerda de ellos? ¿Por qué los huracanes que arrasan montones de hogares en Estados Unidos ya no son noticia, aunque las casas siguen siendo escombros? ¿Por qué las inundaciones en China no se cuentan, aunque varios niños hayan perdido su vida en el intento de salvarse? 

Tras esa supuesta imagen del mundo que nos muestran los medios de comunicación, hay intereses. La audiencia es fundamental, lo que vende, sale, lo que no, no vale la pena mostrarlo, aunque sea real como la vida misma. Una noticia se vende cuando es reciente, al cabo de un tiempo, solo provoca desgana en el espectador. 

Hay ideología tras la cámara. Puedo dar la misma noticia que otra cadena, pero lo maquillaré de forma que mantenga contento al jefe y a los que me ven, suponiendo que están de acuerdo con nuestras opiniones totalmente subjetivas. 

También hay otro tipo de intereses. A los de arriba, llámense gobierno o, simplemente, peces gordos, hay que tenerlos contentos, que para algo nos pagan y nos hacen creer que, gracias a ellos, llegamos a final de mes. Poderoso caballero es Don Dinero. 

¿Hay alguien en la sala que pueda nombrarme cinco ganadores de cualquier premio nobel? ¿Cuantos sabríamos contar con exactitud que pasó en la Revolución Francesa? ¿ Alguno o alguna de vosotros podría reconocer a unos diez filósofos si nos mostraran sus retratos?? ¿Y quien podría contarme algo sobre su animal favorito, con un mínimo rigor científico? Pero hay una pregunta que, casi cualquiera que lea esto y haya encendido alguna vez la televisión española, puede responder afirmativamente: ¿sabes quién es Belén Esteban?  

Dice mucho del nivel cultural de un país el hecho de que los programas mas vistos sean los que se dedican a entrometerse con excesivo morbo y escasa ética en la vida de personajes que ni siquiera se sabe como se ganan la vida, pero oye, hay que ver la vidilla que le dan a nuestras tardes con sus amores y desamores. 

Hay montones de personas dedicando sus vidas enteras a hacer grandes cosas por el mundo y la humanidad. Y, ¿quién les conoce? Quizá los mas altos organismos de su área profesional tengan la gran bondad de entregarles algún premio o reconocer su valía y talento. Pero los demás ciudadanitos de a pie apenas nos quedamos con sus caras. Nos resulta mas fácil otorgarle el título de Princesa del Pueblo a la ex-mujer de un torero que apenas sabe de historia que admirar a la pobre investigadora que, como si no tuviera suficiente con rebanarse los sesos buscando una cura al sida, ahora le toca hacer equilibrios para que no le despidan por falta de presupuesto. 

De la cultura, todos somos responsables. Los medios de comunicación, por un lado. Claro está que el pobre periodista tiene que pelear lo suyo por pagar su hipoteca y alimentar a sus hijos. Correr el riesgo de ser despedido puede resultar una idea abrumadora. Pero señoras y señores, el rigor debería ser sagrado, sobre todo cuando el conocimiento de millones de personas están en juego. La verdad debe ser limpia y clara como el agua, no unas cuantas palabras maquilladas a gusto del consumidor o del señor que firma las nóminas. 

Desconozco este dato, pero creo que todo periodista debería tener un código deontológico, su trabajo debería ceñirse a la ética tanto como el trabajo de un médico o de un trabajador social. No se ponen vidas en juego, pero si la ignorancia de toda la población. El precio a pagar, aunque no comparable al de otras profesiones, es muy alto. 

Pero no toda la culpa es de los señores de la tele. Nosotros y nosotras somos muy culpables. Si en lugar de quedarnos toda la tarde mirando como un grupo de tertulianos se dedican a descalificarse los unos a los otros, convirtiéndose en oradores ininteligibles, apagáramos el aparato o buscáramos algo de mayor utilidad para nuestra sabiduría, otro gallo cantaría. Ellos buscan audiencia, pero es que la audiencia somos cada uno de nosotros y nosotras. Sin nuestro papel, no tienen nada que hacer. 

No olvidemos Haití, ni Lorca, ni los niños hambrientos de África. No olvidemos las guerras. Ni los asesinatos. Recordemos cada día que algo está sucediendo, y que tras esos sucesos, hay seres humanos. Humanos que mueren, que cometen atrocidades, que intentan como pueden hacer que este mundo sea un lugar donde se pueda sobrevivir. Vayamos a ver el fútbol, o el baloncesto, o Eurovisión, que tantas alegrías nos da año tras año consiguiendo no quedar los últimos. Pero no olvidemos todo lo demás. 

De lo que oigas, no te creas nada, y de lo que veas, créete la mitad. Y viceversa. Todo hijo del vecino necesita oxigenarse, distraerse, recibir alguna alegría para olvidar lo mala que anda la cosa. Pero que nadie olvide que, para montones de personas, no existe tal alegría, tan solo existen un par de heroicas manos dispuestas a ayudar. El horror sigue ahí, aunque nuestro corazón no lo sienta, porque nuestros ojos no ven. 

viernes, 8 de junio de 2012

GRANDES PRINCESAS DE LA HISTORIA: Flora Tristán


"Una tarde de septiembre de 1838, tras permanecer días y días al acecho, un hombrecillo llamado André Chazal disparó en París contra su esposa. La mujer se desplomó en la acera gravemente herida: Flora Tristán era por fin libre". 

La Historia Oficial poco o nada suele ocuparse de rebeldías indoblegables, de pensamientos audaces y de mujeres libres, mucho menos de alguien que reuna con plena consecuencia esas tres condiciones. Ese es el caso de ésta extraordinaria mujer, que al no poder ser ignorada, ha querido reducirse a un plano puramente anecdótico, a la categoria de tema de disertaciones eruditas, y poco más. Cuando lo cierto es que sus lucidas ideas, sus propuestas de acción y su ejemplo vital siguen teniendo pleno valor para quienes aspiramos a la libertad e igualdad reales.
 
Flora Tristán nació en París el 7 de abril en 1803, en plena época napoleónica. Fue hija del aristócrata Marino Tristán y Moscoso (quien no la reconoció legalmente), coronel peruano de la armada española y de la francesa Anne Laisney, que vivió emigrada en España. 

Durante los primeros años de su vida, Flora no se vio privada de nada y creció en un hogar siempre concurrido por visitas del nivel de Simón Bolívar y su maestro Simón Rodríguez. 

La muerte de su padre cuando Flora sólo tenía 4 años sume a la familia en la pobreza. El estado francés revolucionario no reconoce a la viuda ni a los hijos negándoles cualquier bien o derecho. 

Por este motivo, Flora comienza a trabajar como obrera en un taller de litografía. Con apenas 17 años, huyendo de la miseria y sometida a la presión materna, acepta casarse con el propietario de ésta, André Chazal, y tiene tres hijos, uno de ellos, Aline, será la futura madre del tan conocido pintor Paul Gaugin. 

Decepcionada de un matrimonio lleno de celos y malos tratos, comienza a trabajar como criada de una familia inglesa, por lo que debe viajar a Inglaterra. Se inicia entonces una lucha legal y personal por la custodia de los hijos que duraría 12 años. 

Sus amargas vivencias despiertan en ella un pensamiento y una actitud revolucionaria que la convierte en la precursora del movimiento feminista. Viaja por varios países donde realiza trabajos de toda clase, es en éste momento cuando toma conciencia de su condición de "paria". 

En 1833 decide viajar a Perú con el fin de reclamar su herencia paterna y esclarecer todo lo relacionado con su situación familiar, empresa que se vio frustrada por las constantes negativas de su tío paterno, Juan Pío. De todo ello, solamente consiguió una escasa pensión mensual. 

La etapa que pasa en Perú, donde asiste a la guerra civil y ve la gran diferencia entre las distintas clases sociales, será significante para el futuro de Flora: se convierte en defensora declarada de los derechos y libertades de la clase obrera y de la mujer. 

Las persecuciones de su marido continúan, hasta el punto de recibir un disparo que casi la asesina, dejándola mal herida. Finalmente es condenado a veinte años de trabajos forzados, y ella consigue liberarse de él.

Esa vivencia personal será sin duda un estimulo para que afloren un pensamiento y una acción que serán referencia importante para el movimiento feminista, pues es figura de excepción que denuncia con la más sentida sensibilidad los padecimientos de la mujer de su tiempo, planteando reivindicaciones que siguen siendo actuales.

Aquella mujer cuya belleza y talento encandilaban a literatos y periodistas, profundiza su compromiso activo con las luchas sociales más radicales de entonces, en primer lugar por la emancipación real de la mujer y de la clase obrera, pero también contra la pena de muerte, contra el oscurantismo religioso, contra la esclavitud y muchas otras causas, destacando siempre por su dedicación plena e ideas agudas.

A raíz de un viaje a Londres, donde Flora consigue penetrar en la cámara de los lores disfrazada de hombre y donde entra en contacto directo con los obreros que malviven en una sociedad que les da la espalda, decide dedicar sus esfuerzos en un futuro sobre todo a la clase obrera: antes de empezar a gestarse las ideas de Marx y Engels, viaja por toda Francia dando apoyo a los trabajadores de su país. 

Como presintiendo la muerte cercana, los dos años postreros de Flora Tristan son de plenitud en labor y pensamiento, siendo una imaginativa influencia que se percibe aún en los poco románticos textos de Karl Marx, que la conoce en esos días. Es entonces cuando escribe "La Unión Obrera" (publicada en 1843) y "La Emancipación de la Mujer" (inédita hasta 1846), obras que marcan su madurez intelectual y política; además, emprende por toda Francia la tarea de organizar esa Unión Obrera que recogia la experiencia inglesa de las Trade Unions, aunque con un énfasis internacionalista y socialista radical que hacen justa la apreciación de quienes ven en ella la olvidada y gran precursora de la I Internacional.

El mismo Karl Marx afirmó que Flora Tristán era “una precursora de altos ideales nobles”. 

Fallece víctima del tifus con solo 41 años, dejándonos plasmadas sus ideas y sus vivencias en su prolífica obra, de la cual destacan ''Peregrinaciones de una paria'', ''Paseos en Paris'', ''Selección de Cartas'', una recopilación de cartas del ''Libertador Simón Bolívar'', ''Unión Obrera'' así como otros dos libros a favor del divorcio.

jueves, 7 de junio de 2012

Mejorar para quererse más

Para la entrada de hoy me ha costado incluso buscarle un título. Y es que he llegado a un dilema que no sé muy bien como definirlo. 

Me considero una persona con un buen nivel de autoestima. Hace unos años no podía decir lo mismo, pero a día de hoy, creo que me quiero, lo suficiente como para valorarme pero no tanto como para creerme más que nadie. Autoestima en su nivel más óptimo. 

Cuando hablamos de autoestima o amor propio, hablamos de tener un buen autoconcepto, de vernos bien a nosotros mismos, de sentirnos a gusto siendo como somos. Hablamos también de no sentir la necesidad de cambiar y ser personas distintas. 

Pero por otro lado, tenemos que hablar de superación, de mejorar cada día. Pienso que la inmensa mayoría de las personas, cuando se levanta por las mañanas, examina su pasado mas cercano, analiza todos aquellos errores que ha podido cometer, se plantea qué puede hacer para llegar a ser la persona que desea ser. 

He aquí las grandes preguntas: cuando una persona desea mejorar cada día y convertirse en una persona mejor o diferente, ¿se podría decir que, en esos momentos, su autoestima no es todo lo alta que podría ser? ¿o superarse y tener autoestima son dos conceptos que no tienen porque estar reñidos? y si no están reñidos ¿qué matices hay que tener en cuenta para poder diferenciar una cosa de la otra? 

Cuando se piensa en una persona con baja autoestima, se nos viene a la cabeza aquel hombre o aquella mujer que tan solo siente insatisfacción por su vida y su propio ser. Si en sus manos estuviera (y en muchos casos, lo está), lo cambiarían absolutamente todo. 

Y esa insatisfacción, aunque no a unos niveles tan graves, la sentimos todos, pese a creer que nuestra autoestima se encuentra en un punto excelente. Cada vez que nos equivocamos, cada vez que vemos como transcurre un día en el cual no hemos volcado nuestras energías en conseguir nuestros objetivos, cada vez que pensamos en esa persona ideal que nos gustaría ser y que no estamos tratando de ser por pereza o desgana, una pequeña alarma interior se dispara. Por unos instantes, nuestra autoestima puede verse amenazada. 

No contemplo mi vida en total calma. No me planteo vivir sin pena ni gloria. Mi vida no sería lo que es si no me planteara unas metas y tratara de conseguirlas. Tratar la vida como me lo plantean en los libros de biología no va conmigo. Será porque soy de letras puras, pero creo que la vida es mucho más. Intento superarme, quiero ser mejor. Cada vez que amanezco, lo hago pensando qué voy a hacer durante el día para ser quien quiero ser. 

Pero me considero una persona con autoestima. No me siento mal siendo como soy. Entonces, ¿cómo podemos llamar a ese pequeño momento de insatisfacción con nuestra propia persona? 

Yo creo que la autoestima se refiere más a una insatisfacción general. No se está a gusto con nada, no se encuentra ninguna virtud ni habilidad destacable. La persona sin autoestima o con la autoestima muy baja no encuentra luz ninguna en el túnel de su personalidad e imagen. 

Sin embargo, la persona que trata de superarse, no tiene ese mismo problema. Siento infelicidad momentánea, pero no es algo generalizado. Tan solo quiero ser mejor de lo que ya es. Sabe que tiene mil y un motivos para quererse, pero, al mismo tiempo, sabe que puede ir a más y ofrecerle mas razones al mundo para ser querida y respetada. 

Es más, ahora se me ocurre otro apunte que añadir. Cuando una persona se plantea superarse a si misma, lo hace porque se siente con capacidad para lograrlo. En ese caso, ¿podríamos decir que la superación es una reafirmación de la autoestima y no una batalla entre una y la otra? 

La falta de autoestima provoca que se quiera ser una persona totalmente distinta a la que se es. Pero la superación consiste en ser mejor de lo que es la persona. No se trata de ser alguien totalmente distinto. Se trata de ser una versión mejorada de quienes somos. 

A veces, esa insatisfacción, esos momentos en los cuales nuestro amor propio puede verse algo amenazado, son muy positivos. Nos hacen reaccionar ante la pasividad. Nos hace ser mas soñadores, mas ambiciosos. Nos provoca querer y exigir mas de la vida. Me considero una persona con autoestima, pero agradezco que, muy de vez en cuando, ésta me disminuya muy sutilmente para recordarme que puedo ser mejor. No distinta, yo soy yo y no tengo intención de cambiar, pero sí convertirme en alguien que se gana el respeto y el amor de la gente a pulso, que hace grandes cosas por la sociedad y que es feliz porque se esfuerza en serlo.